domingo, 2 de marzo de 2014

Dime de qué presumes...

Bienvenidos una semana mas a En el drama de mi vida, donde cada semana aprendéis algo nuevo mientras dais gracias porque vuestros problemas nunca serán tan horribles como los míos.
De nada chicos.

Recuerdo, porque a veces me da por hacer memoria, que hace unos tres años me comentaron que había salido una aplicación para el móvil muy útil y con la que ahorrabas mucho dinero en sms y llamadas llamada whatsapp. Aunque en ese momento no le di mayor importancia, con el tiempo ha cambiado mi forma de comunicarme con los demás y seguramente la de todos vosotros.
Tras este breve inciso (que ya estoy como la gente mayor que de cada 3 frases 250 son anécdotas) os quería comentar que el tema de hoy salió de una conversación grupal con gente de mi familia en whatsapp, de esas en las que comienzas hablando de la ciclogénesis explosiva y terminas sacando historias ocultas entre primos, cuñados y demás. ¡Me fascina todo esto!

Como os contaba la conversación desvarió de tal manera que si Almodovar hubiera pasado por allí habría sacado el guión para al menos tres películas. Es lo que tiene ser el "fallo" (según mi padre fue muy buscada cosa que dudo...) de la casa, vivir a unos 500 kilómetros de la gran mayoría y formar parte de una familia bastante numerosa, que de repente empiezas a leer historias que te dejan reflexionando y pensando que, con semejantes antecedentes familiares, lo natural hubiera sido que en vez de trabajar como informática hubiera acabado ingresada en algún hospital psiquiátrico.
Os mata la curiosidad ¿verdad? lo noto en vuestras miradas... No os hago sufrir mas que luego os enfadáis y no volvéis, así que comienzo. Pedro, ¡atento!

Seguro que todos conocéis el típico caso de padres que narran las peripecias de sus vástagos algo exageradas. Mi familia no iba a ser menos y a mi, por ejemplo, me comparaban constantemente con mis primos: que mis padres contaban que yo tenía una media de "bien" en el trimestre, alguna de mis tías saltaba rápidamente como una loba asegurando que su pequeño ha sacado tan buena nota que el profesor de turno tuvo que llamar al Ministerio de educación para pedirles que crearan una calificación superior a la matrícula de honor porque ésta no hacía justicia para el examen de mi primo.
Con el paso de los años ese niño crece junto con la fantasía de sus progenitores y, en algunos casos, el "superdotado" de tu primo va a la universidad para estudiar Derecho. -¿Qué tal le va la carrera -preguntas inocentemente- Uy ¿no te conté? El otro día me llamó el profesor, qué digo el profesor ¡el decano! para felicitarme por el examen tan bueno que había hecho de Derecho romano... -Pero -interrumpes- ¿No lleva 4 años para aprobar esa asignatura de primero? -Hija es que el profesor que había antes era un inutil y le tenía manía, como es tan listo le corregía en clase y eso no le sentaba bien. -Más vale una retirada a tiempo -piensas mientras desapareces haciendo el moonwalk para no levantar sospechas.
Lo que yo no me explico es por qué no le han llamado a él para defender a la infanta.
Eso si termina el Bachillerato porque si no, cosa muy respetable pero entendedme que tras todos esos años aguantando las "notazas" de tu primo enterarte (porque hay cosas que quieras o no se terminan sabiendo) que acabó la secundaria con 19 años y mucho esfuerzo, sientes ganas de llevar a tu tía al pasado y cada vez que soltara un: "Pues tu primo ha sacado 20 sobresalientes" enseñarle el presente y susurrarle al oído una y otra vez el famoso refrán que da título a esta entrada.

Al fin y al cabo yo creo que el hijo es una víctima más de las tonterías de sus padres, que lo único que consiguen es crear un monstruo que se cree por encima de los demás lo que dificulta que cualquier individuo normal le soporte. En mi familia esto ha derivado a que mi primo en cuestión ha decidido que lo suyo no son las relaciones humanas y sí las animales, debe ser porque estos no hablan y no le pueden mandar al carajo porque de otra manera no me explico qué culpa tienen los pobres animalitos.

Por mí cada uno se puede aficionar a lo que le de la gana siempre y cuando se mueva dentro de la legalidad y no decida que a él lo que le llena en esta vida es ir pegando tiros, para eso ya tenemos a la primera familia.
Pero me da mucha pereza que si la vida te ha llevado a denunciar el maltrato animal te parezca una buena idea llenar tu muro de facebook de galgos ahorcados en olivos y zorros despellejados para hacer abrigos. Por favor, abstente.
Para empezar es algo cansino meterte en una red social para desconectar de todo el día y observar con aburrimiento cómo la misma persona ha compartido 15 noticias parecidas en un intervalo de cinco minutos, y por otro lado ¡es desagradable leñe!. Creo que no soy la única persona que está contra del maltrato animal pero hombre, tío petardo, que a facebook se entra a cotillear lo que hacen los demás y no a amargarte la cena con esas fotos tan desagradables. Acuéstate un ratito anda...

Antes de despedirme os dejo una noticia de un individuo que le lanzó un perro a un árbitro de fútbol, no debía estar muy contento con sus decisiones. Afortunadamente el animalito sobrevivió y la cosa no llegó a mayores, pero hombre... ni un extremo ni el otro.

¡Gracias por leerme!

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