lunes, 25 de noviembre de 2013

Centros criminales

Bienvenidos una semana más a En el drama de mi vida. A pesar de que ya llevamos muchos meses juntos compartiendo quejas intento buscar en cada entrada la forma de sorprenderos y que la monotonía no invada este blog, por ello cada día que os veo de vuelta me alegra saber que estoy cumpliendo mi objetivo de entretener y lo celebro.
Os debo confesar que cuando estoy triste, una cosa que me hace sentir mejor es plasmar lo que me preocupa en un papel o escribir una posible respuesta que le daría a alguien si es que me ha hecho daño y eso me quita el sueño. De ahí surgió crear este blog, en el que comparto aquello que me irrita con todo aquel que se una y desee olvidar sus miserias leyendo las mías. También he descubierto que hacer deporte me abre la mente y elimina la suciedad que me impide disfrutar de lo realmente importante, pero esto es algo de lo que os hablaré con más calma porque os aseguro que no tiene desperdicio.
Todos estos métodos que utilizo para relajarme pierden cualquier sentido si entro en algún centro comercial (o como prefiero llamarlos: centro criminal) ¡¡no los soporto!!
Es que es entrar en ellos y noto cómo la ira va subiendo por mi cuerpo hasta que la más mínima estupidez hace que toda esa rabia salga de forma descontrolada.

Lo primero que te encuentras es la zona para aparcar, porque por lo general suelen estar a la afueras, donde el agobio se apodera de mí y me hace pensar si me encuentro ante la nueva versión del juego de las sillas. Yo no veo más que coches dando vueltas, ningún sitio porque aquello que lo parece es un Smart o una plaza para minusválidos ¿a qué minusválido se le ocurre meterse en esa ratonera? por no olvidar los vehículos parados en doble fila por si en algún momento a alguien le da por salir y así poder ocupar rápidamente el hueco.
Algún día acabaré aparcando así, avisado queda.

Todo esto me ha reflexionar: por ahora no he decidido reproducirme ya que estoy esperando a que el mundo esté preparado para ello pero imagino a aquellos que tengan hijos, los hayan criado dándoles lo mejor y ahora tienen que observar con impotencia cómo su pequeña obra pasa sus días libres en un centro comercial parado en doble fila para aparcar...Tiene que ser muy deprimente ¿no?
Si has soportado la desesperación de dar vueltas durante horas hasta apartar tu coche, ahora te toca dar el siguiente paso que no menos importante: entrar. Cuando consigues volver a ver después de ser deslumbrado por tanta luz descubres a una marabunta de personas andando sin ningún tipo de orden por pasillos que se entrelazan entre ellos alojando comercios de todo tipo, desde donde se incita aun consumo absurdo y sin necesidad.
Yo acudo a un centro comercial porque hay que reconocer que abren hasta horas intespectivas y que al juntar todas las tiendas en un mismo espacio es más cómo ir de compras, así que cuando tengo que hacer la compra a las nueve de la noche o cuando hace 3 grados bajo cero confieso que la necesidad me hace entrar en ellos. Pero hay gente cuyo plan de ocio un sábado es pasear por esos pasillos inmensos llenos de luces, ¿van a comprar algo? ¡jamás! ¿entonces por qué se pasan allí horas? para pasear, simplemente. Si te apetece desperdiciar tu tiempo allí lo respeto porque te supongo un adulto que es responsable de sus decisiones, pero lo que nunca comprenderé es a quienes hacen partícipe de ese agobio a sus hijos, y menos cuando estos aún no son capaces de sujetar su propia cabeza.
Es algo que veo muy a menudo en estas grandes superficies y que creo que jamás llegaré a comprender, entiendo que muchas veces no sabes dónde ir con los niños pero sinceramente: ¿un lugar lleno de gente que anda sin control, con ruido. luces y demás elementos desagradables es el mejor lugar para un lactante? Aunque he de reconocer que un buen cochecito de bebé es la mejor arma para abrirse camino por pasillos llenos de gente, habrá que hacerse con uno...

¡Uy qué tarde! y yo sin hacer la compra, me marcho rápido a ver si hoy consigo aparcar a menos de un kilómetro de la entrada.
 ¡Gracias por leerme!

domingo, 17 de noviembre de 2013

A relaxing flight

No sabéis la alegría que me provoca daros la bienvenida una semana más a En el drama de mi vida. Algún día cuando reciba algún premio por la labor que realizo a la sociedad, alguien tendrá que darse cuenta por lo que sé que es cuestión de tiempo, no olvidaré en el discurso de agradecimiento recordar mis inicios con este blog y con el grupo de lectores que espero que vaya en aumento.
¿Os habéis dado cuenta lo humilde que soy? Yo también.

Como por ahora no he encontrado a nadie interesado en pagarme ni un café por lo que escribo, y lo único que gano con esto son dolores de cabeza pensando qué se me ve a a ocurrir cada semana sin caer en la repetición, cuando me apetece salir un fin de semana de la monotonía de mi vida me toca viajar en "low cost".
Hablando de "low cost" no sé si alguna vez he mencionado mi viaje a Lisboa en autobús... es algo que intento olvidar aunque la vuelta en tren (al principio yo también imaginé un AVE o similar pero no, aquello era peor que un Cercanías) fue lo más espectacular que he vivido jamás (espectacular de horrible, por supuesto). Pero mereció la pena porque fui a ver a mi Jon del que si os he hablado ¿verdad?.
Me voy por las ramas como siempre, cuando me pase esto pararme y vuelvo al hilo, la cosa es que hace unos días realicé una escapada con amigos al norte y como lo del coche no era factible porque pasaríamos más tiempo en carretera que otra cosa se decidió viajar en avión.

Desde que comencé con mis entradas semanales (otra vez que me vuelvo a ir del hilo) mi mente se ha deformado de tal manera que en multitud de situaciones salta en mi cabeza una especie de alarma que me hace pensar "esto va para el blog" o si es muy duro es un "esto me da para una entrada del blog" y los que me conocéis podéis dar fe. 
Pues bien, con el viaje en bajo coste mi cabeza casi revienta por culpa de la cantidad de "alarmas" que me saltaban, os hago un breve resumen porque esto es algo que todo el mundo debe experimentar. Para empezar debes meter toda la ropa en una maleta minúscula si no quieres pagar el triple del coste del billete por facturar el equipaje. 
Lo más práctico al final es ponerte la mitad de la ropa el día del vuelo, creando el nuevo estilo conocido como: vestir por capas.
Monísima...

Esto viene muy bien porque por lo general estos aviones suelen ahorrar en calefacción, lo malo es que tienes que encajar en esos asientos minúsculos y claro... ahora con toda esa ropa has ganado por lo menos ¡3 tallas! Es conveniente que viajes acompañada para que alguien te ayude a sentarte. Si tienes la suerte de que el vuelo es corto no desearás pegarte un tiro ya que descubrirás que en los viajes "low cost" revives la maravillosa costumbre del mercadillo, esto es que los azafatos no pararán de venderte productos durante todo el vuelo, qué pesadilla... Que digo yo, ¿cómo pueden moverse bien en esos pasillos tan estrechos?

Pero si hay algo que me saca de mis casillas al viajar en avión es el control de equipaje, aunque lo más peligroso que lleves sea la pasta de dientes te hacen sentir como un auténtico delincuente.
Si llevas zapatos que cubren el tobillo debes quitártelos, si llevas algo de líquido en el neceser tienes que sacarlo y meterlo en una bolsa de plástico transparente, si llevas algo metálico (reloj, pulseras, etc) ponlo sobre una bandeja de plástico... ¿Y todo esto para hacer un viaje de 40 minutos? Es que aunque quisiera montar una bomba con el gel de ducha y la mascarilla ¡no tendría tiempo para ello!. En el vuelo de vuelta la zorra vigilante de seguridad notó algo extraño en mi maleta así que me hizo abrirla delante de todo el mundo mientras un gilipollas compañero pasaba mi bolsa de aseo por el arco de seguridad. ¿Sabéis que era aquello tan peligroso que hizo saltar todas las alarmas? Que mi bote de gel de baño era de 150 ml. cuando lo máximo permitido son 100 ml. 
Disculpad señores de AENA por poner en peligro la seguridad de los viajeros, prometo que no volveré a ser tan sumamente peligrosa... Finalmente todo se solucionó tirando mi bote a un contenedor y yo estoy segurísima que al final de cada día los de seguridad se reparten los objetos incautados, porque si no no tiene sentido tanta tontería.

En fin, antes de irme quiero compartir con vosotros una noticia sobre el libro: Cásate y se sumisa" que ha editado el Arzobispado de Granada y que leí hace unos días. Disfrutad y una semana más ¡gracias por leerme!

lunes, 11 de noviembre de 2013

Otoño

Bienvenidos una semana más a En el drama de mi vida, no me apetece volver a repetir que entráis en el lugar donde por unos minutos desconectáis de la monotonía en la que se ha convertido vuestra vida y os sentís que podéis con todo. Aunque no sé si entrar a ver mi entrada semanal ya forma parte de vuestra rutina... Bueno, os doy la bienvenida igualmente.

Muchas veces después de navegar por la Red y reprimir mis ganas de arrancarme los ojos como consecuencia de la manera que tienen muchos hispanohablantes de interpretar el idioma a su manera, entro en la web de la RAE para compensar semejante aberración a la lengua de Cervantes. El otro día me puse a buscar palabras al azar y entre ellas me dio por buscar el significado de otoño, esto fue lo que encontré.
Dejad de mirar la pantalla como si estuviera loca, leed y ahora os cuento...

Perfecto, ahora releer la segunda acepción exactamente donde pone "Época templada del año" y decidme si no os sentís vacilados por la RAE porque yo sí y mucho. Si yo creara mi propio diccionario en la entrada del Otoño escribiría que es esa época del año en la que puedes encontrar gabardinas, bailarinas sin medias, abrigos y mangas cortas sin ningún tipo de pudor ni sentido. Tampoco olvidaría apuntar que en otoño vas a todos lados esquivando gente acatarrada como si se tratara de zombies en un capítulo de "The Walking Dead" cualquiera. Por cierto gente-que-se-pone-mala, no hace falta demostrar a todo el mundo lo sufridos que sois por lo que si tenéis una gripe del carajo o algo contagioso por dios ¡¡quedaos en vuestra maldita casa!!
Por no hablar de esos virus estomacales que yo creo que se generan en las guarderías y se empiezan a expandir a la velocidad de la luz a partir de la vuelta al cole del demonio. Yo creo que los centros de salud y hospitales deberían dejar de vacunar a la gente y en su lugar los manden a pasar una semana con un grupo de preescolares. Si sobrevives a ello estás inmunizado más que de sobra, y seguro que sale mucho más barato que ponerse a vacunar a todo el mundo...
De nada Ana Mato.

Pero no me quiero distraer del tema que me irrita esta semana, ¿qué se supone que me tengo que poner cada mañana? Y no me refiero a la emisora de radio, ésta debe ser allá donde esté Carlos Herrera el cual a partir de ahora se convertirá en vuestro líder.
Me refiero a la ropa, un día ves todo gris y decides que va a llover así que te plantas tus Hunter (botas de agua para el género masculino) pero al final lo único empapado serán tus pies porque sin saber cómo el día se ha abierto alcanzando los 24 grados y luciendo un sol espléndido. Y allá vas tú, divina de la muerte con tus botas mientras la gente te mira buscando qué tara mental traes de serie para cometer semejante estupidez.

Aunque no sé si es peor hacer como hice yo el otro día, os pongo en situación: tengo un abrigo con capucha de quita y pon, por defecto la llevo puesta pero últimamente me molestaba al sentarme en el autobús así que una noche me cansé y le quité el gorro. Al día siguiente me levanté, me puse unos salones (zapatos de tacón, chicos) muy monos y salí corriendo porque una mañana más perdía el autobús. Cuál fue mi sorpresa cuando al tomar contacto con la calle ¡¡llovía!!
¿Por qué la naturaleza me odia de esa manera? ¿Será porque por culpa de la laca me estoy cargando la capa de ozono? Nunca lo sabré, pero ya no había marcha atrás y tuve que ir a trabajar con la mayor dignidad posible que tiene alguien que se está empapando por idiota. Menos mal que ese día los conductores leyeron mi entrada anterior, no hubo atasco y pude llegar a mi hora.

Así que en esta odiosa época del año te ves en la obligación de salir con abrigo porque por la mañana te congelas pero también ponte algo de manga corta porque claro, nunca se sabe si ese día tus compañeros de oficina querrán revivir alguna de las olas de calor de julio y pondrán el termostato a 27 grados. Tampoco olvides echar alguna chaqueta, cuando vuelvas a casa refrescará un poco de forma que el abrigo te va a sobrar pero como salgas en manga corta eres carne de resfriado.
Eso si no le da al tiempo por llover, entonces todo se vuelve más emocionante porque a las mil cosas que llevas le tienes que añadir el estúpido paraguas plegable. ¿Por qué digo que es estúpido? Porque se supone que su función es la de protegerte de la lluvia, pero nadie te avisa que en cuando sopla un poco de viento se vuelve loco y se transforma en una cosa muy útil para recoger caramelos en las cabalgatas, poco más.
Volviendo a la RAE, mirad la noticia que he leído recientemente. Nunca dejan de sorprendernos... Necesito asimilarla así que os voy dejando por hoy, que tengáis buena semana y no pilléis ningún catarro que todo se pega.

¿Gracias por leerme!

domingo, 3 de noviembre de 2013

Soy la rara

Bienvenidos una semana más a En el drama de mi vida, me alegra gratamente ver que a pesar de todo volvéis porque entonces imagino que os gusta leer lo que escribo. Esta semana tampoco pienso defraudaros.

Por lo general en mis entradas hablo de cosas que me ocurren en un momento determinado (búsqueda de empleo, viajes a mi pueblo... ) o de situaciones que todos experimentamos durante una época de nuestra vida (uso del transporte público, navidades en familia, ...) pero hay algo que llevo "sufriendo" desde que tengo uso de razón y creo que ya le ha llegado su momento en este blog: en mi familia... yo soy la rara
Desconozco si es lo mismo para todas las familias pero en la mía cada uno tiene su rol, tipo las Spice Girls, los Backstreet boys o similar en que encontrábamos al deportista, el pijo, el guaperas, el que se mete en líos... Pues yo en mi casa soy la rara, mira que podría haber sido la "baby" por mi condición de fallo benjamina ¿verdad? 
Al principio no voy a negar que me horrorizaba tal sambenito pero cuando aprendes a vivir con ello y a comportarte como tal te ocurre como Victoria Beckham, que admite que sólo se siente segura si usa zapato de tacón. Pero os preguntaréis ¿en qué consiste ser la rara de la familia? Llevo más de 20 años haciéndome la misma pregunta y no he sido capaz de encontrar respuesta alguna, supongo que será ser "yo". 
Pero pronto dejé de darle vueltas y aprendí a aprovecharme de la situación, os lo explico a continuación. Imaginad que una tarde estáis tranquilamente en vuestra habitación (haciendo sabe Dios qué) y aparece la típica visita coñazo, una persona normal tendría que salir y disimular que le apetecería cualquier otra cosa antes que estar ahí. Hablando de preferir cosas: 
Espero que sea una broma...

Pero a lo que iba es que si eres la rara de la familia si no te apetece salir no sales, ya habrá alguien dispuesto a excusarte: "Es que es un poco rarilla, ya la conoces". O por ejemplo, si a tu familia le ha dado por organizar un súper plan de domingo del que te han informado a última hora, y no vas a permitir que nada ni nadie te arruine tu plan depresivo de sofá y manta de final de semana.
Siempre puedes decir que no te apetece sin que nadie se sorprenda porque como eres rara darán por hecho que prefieres la compañía de tu ordenador a la de otros seres humanos. ¿Veis como no es tan malo?

Me gustaría pensar que mi familia no es la única en la que cada uno tiene una especie de rol, muchas veces he pensado "esto sólo puede pasar en mi casa" pero luego me he llevado una sorpresa al ver que realmente todos hacemos cosas que creemos únicas en la intimidad de la familia. Si es que sí ¿qué papel desempeñáis cada uno en la vuestra?

Tras esta pregunta me marcho no sin antes avisar a aquellas personas que han intentado suscribirse a este blog, a los que no lo habéis hecho no sé a qué esperáis...
A lo que iba, a las personas que os habéis subscrito con una cuenta de Gmail y luego os quejáis de no recibir los correos semanales probad a mirad en la pestaña Social porque allí estarán. Si arrastráis el correo a la pestaña Principal la próxima vez llegarán ahí y seréis los primeros en ver las nuevas entradas y presumid ante vuestros amigos. Si no buscad en Spam, que los de Gmail me tienen envidia y no saben ya cómo fastidiarme.
Ahora si que si ¡gracias por leerme!