domingo, 17 de noviembre de 2013

A relaxing flight

No sabéis la alegría que me provoca daros la bienvenida una semana más a En el drama de mi vida. Algún día cuando reciba algún premio por la labor que realizo a la sociedad, alguien tendrá que darse cuenta por lo que sé que es cuestión de tiempo, no olvidaré en el discurso de agradecimiento recordar mis inicios con este blog y con el grupo de lectores que espero que vaya en aumento.
¿Os habéis dado cuenta lo humilde que soy? Yo también.

Como por ahora no he encontrado a nadie interesado en pagarme ni un café por lo que escribo, y lo único que gano con esto son dolores de cabeza pensando qué se me ve a a ocurrir cada semana sin caer en la repetición, cuando me apetece salir un fin de semana de la monotonía de mi vida me toca viajar en "low cost".
Hablando de "low cost" no sé si alguna vez he mencionado mi viaje a Lisboa en autobús... es algo que intento olvidar aunque la vuelta en tren (al principio yo también imaginé un AVE o similar pero no, aquello era peor que un Cercanías) fue lo más espectacular que he vivido jamás (espectacular de horrible, por supuesto). Pero mereció la pena porque fui a ver a mi Jon del que si os he hablado ¿verdad?.
Me voy por las ramas como siempre, cuando me pase esto pararme y vuelvo al hilo, la cosa es que hace unos días realicé una escapada con amigos al norte y como lo del coche no era factible porque pasaríamos más tiempo en carretera que otra cosa se decidió viajar en avión.

Desde que comencé con mis entradas semanales (otra vez que me vuelvo a ir del hilo) mi mente se ha deformado de tal manera que en multitud de situaciones salta en mi cabeza una especie de alarma que me hace pensar "esto va para el blog" o si es muy duro es un "esto me da para una entrada del blog" y los que me conocéis podéis dar fe. 
Pues bien, con el viaje en bajo coste mi cabeza casi revienta por culpa de la cantidad de "alarmas" que me saltaban, os hago un breve resumen porque esto es algo que todo el mundo debe experimentar. Para empezar debes meter toda la ropa en una maleta minúscula si no quieres pagar el triple del coste del billete por facturar el equipaje. 
Lo más práctico al final es ponerte la mitad de la ropa el día del vuelo, creando el nuevo estilo conocido como: vestir por capas.
Monísima...

Esto viene muy bien porque por lo general estos aviones suelen ahorrar en calefacción, lo malo es que tienes que encajar en esos asientos minúsculos y claro... ahora con toda esa ropa has ganado por lo menos ¡3 tallas! Es conveniente que viajes acompañada para que alguien te ayude a sentarte. Si tienes la suerte de que el vuelo es corto no desearás pegarte un tiro ya que descubrirás que en los viajes "low cost" revives la maravillosa costumbre del mercadillo, esto es que los azafatos no pararán de venderte productos durante todo el vuelo, qué pesadilla... Que digo yo, ¿cómo pueden moverse bien en esos pasillos tan estrechos?

Pero si hay algo que me saca de mis casillas al viajar en avión es el control de equipaje, aunque lo más peligroso que lleves sea la pasta de dientes te hacen sentir como un auténtico delincuente.
Si llevas zapatos que cubren el tobillo debes quitártelos, si llevas algo de líquido en el neceser tienes que sacarlo y meterlo en una bolsa de plástico transparente, si llevas algo metálico (reloj, pulseras, etc) ponlo sobre una bandeja de plástico... ¿Y todo esto para hacer un viaje de 40 minutos? Es que aunque quisiera montar una bomba con el gel de ducha y la mascarilla ¡no tendría tiempo para ello!. En el vuelo de vuelta la zorra vigilante de seguridad notó algo extraño en mi maleta así que me hizo abrirla delante de todo el mundo mientras un gilipollas compañero pasaba mi bolsa de aseo por el arco de seguridad. ¿Sabéis que era aquello tan peligroso que hizo saltar todas las alarmas? Que mi bote de gel de baño era de 150 ml. cuando lo máximo permitido son 100 ml. 
Disculpad señores de AENA por poner en peligro la seguridad de los viajeros, prometo que no volveré a ser tan sumamente peligrosa... Finalmente todo se solucionó tirando mi bote a un contenedor y yo estoy segurísima que al final de cada día los de seguridad se reparten los objetos incautados, porque si no no tiene sentido tanta tontería.

En fin, antes de irme quiero compartir con vosotros una noticia sobre el libro: Cásate y se sumisa" que ha editado el Arzobispado de Granada y que leí hace unos días. Disfrutad y una semana más ¡gracias por leerme!

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