lunes, 29 de julio de 2013

Cumpleaños

Bienvenidos una semana más a "El drama de mi vida", el blog que hace que el lunes se haya convertido en el mejor día de la semana. No me podéis negar que desde hace unos días os acostáis el domingo sin sentir la clásica pesadumbre por el inminente comienzo de la semana, ahora sé que apenas podéis conciliar el sueño pensando con qué os deleitaré a la mañana siguiente.
No tenéis porque avergonzaros al admitirlo, a mí me ocurre algo parecido pero no por leer la nueva entrada que he publicado, ya que suelo recordar bien lo que escribo por lo que se pierde toda la emoción. ¿Os imagináis qué absurdo esperar impaciente para leer lo que yo misma he creado? Es que me hacéis unas preguntas… No queridos lectores, a mí no hay cosa que más me quite el sueño que la llegada del día de mi cumpleaños
La única cosa mala de ese día es que sólo dura 24 horas, salvo un año que viajé a Canarias en mi aniversario y con el cambio horario pude disfrutar de una hora más de celebración. ¡Cuánta felicidad!

Este año también fue especial porque lo celebré en “el pisito”, nombre con el que he bautizado a mi nuevo hogar dadas sus reducidas dimensiones y, porque tras experimentarlo el año pasado, decidí no ir a trabajar ese día. No señores, un día así sólo debe ser para celebrarlo con la familia y recibir regalos sin parar y no para estar en la oficina mirando el reloj como un loco para salir tipo “Los picapiedra”. ¡Jamás!.
Me levanté tranquilamente y estuve haciendo algo que me relaja mucho que no es otra cosa que cocinar, no todo en mi vida va a ser quejarme… Mientras tanto puse la televisión para ver qué se contaba el mundo, pero a tenor de lo que vi el mundo sólo hablaba de la sentencia a Bretón, todo ello comentado por personas que lo mismo te hablan de los sobres de Bárcenas como de los incendios en Toledo, muy profesional.
Tras comer con un reducidísimo grupo de 2 personas llegó la temida hora de cantar el “cumpleaños feliz” y aquí me surgen un par de dudas que atormentan mi mente desde que tengo recuerdos. Primero es sobre qué debe decirse mientras cantas ¿“te deseamos todos” o “te deseamos nombre-de-la-persona”? porque luego se crean situaciones bochornosas para todos cuando cada persona canta lo que le viene en gana. Para la segunda duda lanzo la siguiente pregunta ¿alguien me puede explicar qué se supone que tienes que hacer cuando te están cantando “cumpleaños feliz”?
No en serio ¿qué haces? Para mí sólo existen las siguientes opciones: mueves la cabeza al son de la canción, miras cómo se van consumiendo las velas, piensas rápidamente qué deseo vas a pedir o miras a las personas que te cantan. Yo no veo más opciones, y ninguna de ellas es menos incómoda que las demás así que si alguien puede ayudarme tiene un año para pensarlo porque para este año ya llega tarde.
Llegó la noche y mi gran día acabó, dando comienzo a lo que yo llamo “depresión post-cumpleaños” cuando sólo ocurren cosas malas y feas. Este año la verdad es que los acontecimientos del día después se fueron bastante de las manos, con otra sesión de tertulianos me hubiera bastado.
Pero no quiero darle más vueltas a este tema, que bastante hemos oído ya, así que me quiero despedir por esta semana no sin antes recordar a aquellos que aún no me hayan dado mi correspondiente regalo que me envíen un correo en el que les adjuntaré mi nueva dirección. No quiero ponerla por aquí porque me da pereza salir de casa y veros a todos vosotros aguardando en la puerta para pedirme consejo o simplemente deleitaros con mi simple presencia, espero que me sepáis comprender.
¡Gracias por leerme!

lunes, 22 de julio de 2013

Redecorando mi vida (II)

He vuelto tal y como prometí, ya el último día os dejé con la historia de mi mudanza a medias y debéis estar casi sin pegar ojo preguntándoos cómo acabaría todo. Si tengo que resumir esta experiencia os diré que como punto positivo no he vuelto a romper ningún coche, con los dos de la semana hubo más que suficiente. ¿Lo malo? Que esto no ha hecho más que empezar.
Una mudanza se asemeja a cuando te sientas en el sofá con una bolsa de patatas fritas/bote de helado/bolsa de chuches… 
¿Te sitúas verdad? Podrías haberte tumbado sin necesidad de ingerir nada, pero por alguna razón la gula te posee y empiezas a comer con la promesa de parar cuando tu estómago deje de manifestarse. Un rato después decides que “la última y paras” pero sabes que no lo harás, ya no tienes hambre pero sigues comiendo hasta que un dolor agudo recorre cada parte de tu alma. Lo has vuelto a hacer, has comido sin control y ahora te duele el estómago.
Pues bien, tu eres feliz en tu piso pero te apetece cambiarte a otro más bonito, más nuevo y con un trastero más grande porque tienes todas tus cosas apretujadas donde vives ahora. No había necesidad alguna pero como se te meta algo en la cabeza no paras hasta conseguirlo, ya lo decía mi padre “qué cabezona eres, hija”. Hasta aquí todo correcto, el problema es cuando vas a tiendas tipo Ikea, Media Markt, Conforama, … 

Con una lista que contiene exactamente las cosas que necesitas en tu nuevo hogar y empiezas a comprar como cuando comes helado viendo una película de  esas de sobremesa ¿de dónde carajo las sacan?
Y a mitad de camino observas que, a pesar de que tu carro está cargado, has tachado un par de cosas de la lista de cosas necesarias. Te dices para ti que a partir de ese momento sólo vas a echar al carro aquello que aparece en la lista pero ¿quién no necesita un cuadro monísimo que seguro que encuentras pared para colocarlo? Hasta que llegas a la caja y la punzada te llega a la cartera. Bueno, al menos he comprado la mitad de lo que tenía apuntado…
Decidme que no soy la única inconsciente… 
En tu primera vez en cualquiera de estas grandes superficies sientes que eres un auténtico novato en este tema, es como volver al primer día de universidad salvo porque no tienes que pasar el siguiente verano estudiando.
Al principio entras con ganas e ilusión, pero a medida que pasan los minutos empiezas a mirar a todas partes con cara de asustado, agarrando tu lista con fuerza (no vaya a ser que algún veterano te la quite junto con el dinero del almuerzo) y ves que todo el mundo lleva un carro ¿de dónde lo han cogido? Como no quieres parecer diferente a los demás recorres los diferentes pasillos buscando el tuyo, hasta que observas que éstos estaban al lado de donde dejaste el coche. Eso si has conseguido recordar dónde aparcaste tras varias horas dando vueltas por esa locura.
Si hay algo que he aprendido en este tipo de tiendas no ha sido a limitarme a comprar lo que había apuntado, hay que reconocer las limitaciones de cada uno y una de las mías es el ansia que me posee al entrar en cualquier tienda. No, en mis últimas visitas experimenté algo que no sé si me ocurrió únicamente a mí pero, a medida que avanzaba por esos pasillos infernales llenos de parejas discutiendo, niños gritando y carros aparcados sin ningún tipo de sentido pude reconocer muebles, vajillas y demás objetos de decoración que había visto previamente en casas de familiares y amigos. ¿No es inquietante?
Nos creemos distintos unos de otros, pero esa persona que tanto odias come con los mismos cubiertos que tú y se limpia cada centímetro de su asqueroso cuerpo con una toalla similar a la que tienes en tu baño. De hecho a mis amigos les he dicho que es necesario que acudan a mi piso para visitarlo, que como es pequeño habría que hacer turnos de visita y es un lío, así que sólo basta con buscar un conjunto de muebles determinado y ya pueden sentirse como en mi casa. ¿No lo veis más práctico?
Os dejo, que este pensamiento me ha deprimido...
¡Gracias por leerme!

lunes, 15 de julio de 2013

Redecorando mi vida (I)

Os doy la bienvenida una vez más a “En el drama de mi vida”. Si es tu primera vez en este blog te advierto que es adictivo, así que tengo la total convicción  de que te veré por aquí la próxima semana.
Os quería contar que durante la última semana he experimentado lo que es realizar una mudanza ¡qué insensatez! Era mi primera vez, era joven e inexperta y nadie me había avisado de esto, pero ha servido para hacerme ver que jamás volveré a mudarme a no ser que sea totalmente necesario.
Si ya se hace difícil hacer un equipaje para irte unos días, imagínate si tienes que empaquetar todos tus recuerdos en cajas. Descubres que tienes tanta ropa en el armario que podrías crear tu propio imperio Inditex,  zapatos que te hacen preguntarte si alguna vez te los volverás a  poner porque te hacían daño pero es que son tan monos que los guardas por un “por si acaso”.
Cuando vas por la tercera caja te sientas, meditas y llegas a la conclusión que como sigas a ese ritmo vas a necesitar otra casa únicamente para almacenar la ropa de invierno, así que empieza uno de los momentos más duros para la vida de cualquier persona con sentimientos: deshacerte de las cosas que no usas.
Y no, no me vale decir que conservo esta camiseta porque oye, quién sabe qué día puede dejar de parecerme un horror y me la pongo…
¡No! hay que echarle valor y echar en una bolsa todo aquello que, sinceramente, sabemos que no nos pondremos al menos hasta dentro de unos años que vuelva a ponerse de moda. No me miréis así porque hace 10 años me dicen que voy a llevar pitillos y me echo a llorar sin consuelo.
Cuando terminas de embalar la ropa y demás enseres personales te percatas de la cantidad de cosas que se utilizan en la casa pero no eres consciente de ello. ¿Y cuándo dices que ocurre eso? Cuando estás instalado en tu nuevo piso, decides que te apetece cenar algo de pasta (un básico en toda cena “exprés”) y piensas que no tienes ni un miserable cazo en el que hervir los macarrones. Es más ¡no tienes ni los macarrones!
Intentas que el pánico no se apodere de tu ser mientras decides si lamer uno de los 15 pares de zapatos que tienes en cajas en el salón, porque finalmente no fuiste capaz de deshacerte de ninguno,  o volver a bajar al bar más cercano a ver si picas algo.  Si nunca te has mudado he de decirte que la cocina no la estrenas hasta varios días después...
De todas formas eso no es lo peor, da más rabia observar que no tienes ni una sábana con la que arroparte porque no lo considerarte necesario en su momento. Buscas al lado de la consola y la tele, algo imprescindible si te mudas con un hombre, y respiras aliviado al comprobar que al menos puedes taparte con una toalla... o con el cartón de alguna caja.
¿Y qué me decís del traslado? Siempre es bueno engañar a algún amigo prometiéndole invitarle a cenar, cosa que no compensa en absoluto, para que te ayude a transportar tus cosas.
Aquello parece más propio de la operación “Paso de estrecho” pero mantienes tu dignidad rezando porque no te vea nadie conocido mientras abandonas el barrio de toda tu vida.
Puedes tener la misma suerte que yo, que durante las primeras 24 horas de mudanza experimenté la rotura de la palanca de cambios de un coche y el reventón de la rueda del coche que utilicé como coche de repuesto. Todo muy maravilloso.
Ahora tengo mi pisito lleno de cajas, pero no temáis porque la próxima semana os pondré al día de cómo ha ido evolucionando esta locura. Sé que la curiosidad os puede así que la semana que viene os veré puntuales, como siempre.
¡Gracias por leerme!

lunes, 8 de julio de 2013

Verano

Bienvenidos una semana más al drama de mi vida, el blog donde descubriréis que vuestros problemas no tienen importancia si los comparáis con los míos. Os recuerdo que desde la semana pasada he cambiado la fecha de publicación al lunes para que os podáis olvidar por unos minutos de aquellas insignificantes cosas que os preocupan, que al comiendo de la semana se magnifican, y así os hago un gran favor de manera desinteresada. De nada.
Por cierto ¡¡ya estamos en verano!! Antes de que me corrijáis con frases como “el verano empezó hace más de dos semanas” y estupideces varias, os diré que hasta hace unos días no he sido capaz de salir de casa sin una rebequita en el bolso y hasta que esto no ocurre yo no reconozco oficialmente el cambio de estación.
He de confesar que siempre he sido más de frío que de calor, a mi parecer no hay una sensación más placentera que acurrucarse en una manta y crear un microclima a tu alrededor a pesar de que el exterior haya sido invadido por osos polares...
Por otra parte, debido a que en durante el estío llegamos a alcanzar temperaturas que deberían ser anticonstitucionales:
Decidimos que es buen momento para desprendernos de aquella ropa que nos molesta y mostrar nuestros cuerpos en todo su esplendor, esas anatomías que han permanecido ocultas muchos meses y que están sedientas de ser enseñadas al resto de personas. 
También en estos meses nos desinhibimos mucho más que cuando el frío y la lluvia dirigen nuestra vida, por lo que acudimos varias veces a la semana a las terrazas de verano, organizamos viajes para disfrutar del sol y el número de fiestas a las que acudimos se ve incrementado considerablemente.
Fiestas en la que, entre que con el calorcito decides beberte 6 cervezas en vez de 2 (es que están tan fresquitas, ¿verdad?) y en las que el concepto de "menos es más", que acabo de nombrar con respecto  a la ropa, no termina de ser interpretado con el decoro que se le exige a cualquier miembro de una sociedad en la que ¡¡no vive solo!!. Por dichas razones en ellas se pueden llegar a presenciar situaciones en las que preferirías que algún buitre se acercara y te arrancara los ojos.
Pero ¿sabes qué es lo más triste? Pues que finalmente pasamos nuestras tardes tirados en el sofá sin movernos ni un ápice, no vaya a ser que sudemos lo más mínimo, haciendo zapping
Mientras nos damos cuenta que únicamente podemos elegir entre el Tour de Francia (excelente para echar una cabezadita después de comer), los telediarios en los que te muestran a aquellos desgraciados que se han podido marchar a la playa mientras tú estás muerto del asco en tu casa o nos recuerdan que hace mucho calor y que no es bueno salir a la calle a las 3 de la tarde sin una botella de agua, y esos programas de variedades conducidos por los sustitutos de los presentadores habituales.
Por último quiero lanzar un llamamiento a todas aquellas personas encargadas de regular el aire acondicionado de su trabajo: Estamos en verano y es normal que haga calor, lo que no es normal es que haya que estar en el trabajo con dos mangas largas porque tú has decidido que quieres sentir que aún estás en enero. Y no, a pesar de que haya vuelto al paracetamol por culpa del catarro que tu problema de regulación de la temperatura me ha provocado ¡el único enfermo que hay aquí eres tú!.

Os quiero, ¡gracias por leerme!

lunes, 1 de julio de 2013

Have a nice day!

¡Bienvenidos un día más a ‘El drama de mi vida’! Esta vez he intentado compensar los retrasos de estas últimas semanas publicando dos entradas en días prácticamente consecutivos. También he pensado que los lunes estamos todos con el ánimo por los suelos así que he decidido, así porque sí, que ese día será ideal para olvidarse de los problemas leyendo mis dramas. Cómo me desvivo por vosotros…
Aunque por muchos problemas que tengáis los lunes, ningunos serán tan horribles y dramáticos como los míos. A mí aunque me ocurra alguna cosa buena automáticamente aparecerá algo malo que me fastidiará ¡ay qué vida esta!
De todas formas, a pesar de la dureza con la que me trata la vida, ésta a veces me da algún respiro como la semana pasada cuando fui al concierto de Bon Jovi. Para poneros en contexto, cuando era pequeña aprendí antes a cantar 'Living on a prayer' que a decir 'mamá'. 
Desde el momento en que me llegaron noticias de que actuaría en mi ciudad los viajes en metro se me hicieron más livianos, no había apenas dolor cuando el ascensor de mi trabajo se averiaba y me tocaba subir tres pisos a pié ni tampoco me importaba que mi jefe decidiera enviarme alguna tarea urgente cuando ya empezaba a recoger mis cosas para irme a casa. 
Me pasaría horas hablando de lo maravilloso que fue el concierto, os contaría con todo lujo de detalles que estuvieron casi tres horas tocando sin parar, que empezaron un par de minutos antes de lo previsto y que no pararon de animar a las 50.000 personas asistentes en ningún momento.
Pero me voy a limitar a contar que el precio de las entradas osciló entre los 18 y los 39 €, llámalo campaña de marketing o una gran experiencia en el mundo del espectáculo, pero el grupo decidió no cobrar  esa noche para que la gente de España pudiera disfrutar del espectáculo sin pagar un precio desorbitado. 
Y todo esto a mí me hace llegar a la siguiente reflexión, no voy a pedir que todo el mundo toque sin cobrar porque al fin y al cabo es un negocio pero ¿no podrían pararse a pensar todos estos grupillos/cantantes-de-moda tanto nacionales como internacionales que cobran verdaderas barbaridades por un concierto a los que llegan tarde para luego tocar poco más de una hora? Creo que deberían aprender de grupos consagrados y darse cuenta que si cuidas a tu público ellos harán lo mismo contigo.

Hablando de "artistas" nacionales, decidme que habéis visto esto:
Luego muchos cantantes se quejan que la gente piratea sus CD's y están perdiendo dinero, pero en casos como el anterior lo que debería ser realmente un delito sería comprar un disco original o pagar para ver un concierto de este estilo. Para que encima te hagan esperar... ¿os imagináis?

Antes de despedirme espero que este cambio de fecha no os haya trastornado tanto como a los que tuvieron que escuchar la versión anterior del tema de Nirvana, estoy segura que os veré de nuevo por aquí. ¡No olvidéis cambiar vuestra alarma del domingo al lunes! Qué haríais sin mí... 
Pasad una buena semana y ¡gracias por leerme!