domingo, 27 de enero de 2013

Diálogos de ascensor

-  Buenos días
-  Buenos días
Silencio incómodo, miradas al suelo para evitar el cruce...
-  ¿Qué tal?
¡Hala, ya está! Y ahora se te plantea el siguiente dilema: ¿qué le cuento sobre mi vida a un ser al que no conozco de nada salvo por estos momentos eternos en un metro cuadrado?
-  Bien... a ver si llego a casa ¿tú?
Joder, ¿por qué coño le he preguntado? Seguro que es por el estrés que me provoca todo esto
-  Bien también. ¿Hay hambre, verdad?
¿Por qué sigue? son las 3 de la tarde, es viernes y llevo una barra de pan. Es bastante evidente a qué me dirijo
-  Si, mucha
Sonrisas mutuas y vuelves a mirar al suelo, esperas que si no le miras olvidará que estás ahí. Te preguntas cuánto tiempo tardará el maldito ascensor en subir las 3 plantas hasta tu casa, empiezas a mirar tus llaves como si fuera la primera vez que las tienes entre tus manos, las observas como quien tiene un billete de 500 € y no termina de creerlo.
En ese momento tus plegarias parece que han sido escuchadas y la puerta se abre, sales rápidamente.
-  ¡Hasta luego!
-  ¡Adiós!
Pffffffff el próximo día subo por las escaleras

¿Os suena? Esta semana me ha tocado sufrir una ola de frío en mi ciudad y os aseguro que lo peor no han sido las heladas, el frío ni los atascos. Lo que más me ha afectado tanto física como psicológicamente son esas conversaciones.. ¡absurdas si! lo voy a decir de una vez por todas. Lo que voy a reproducir a continuación lo llegué a escuchar unas 7 veces en la misma mañana.

-  Buenos días..  por decir algo, ¡porque hace un frío!
-  ¿Verdad que si? Yo llevo aquí un rato y aún estoy helado
-  De todas formas, al final no ha sido para tanto
-  Bueno.. menudo atasco he pillado yo


Y con cara de circunstancia, y sin querer levantar la vista del ordenador por si te incluyen en ese dialogo insulso, vuelves a escuchar la misma historia sobre cómo se colapsa la ciudad con la nieve, que tanta sal en unos sitios y en otros tan poca, que nevada buena la que ha caído en la sierra... hasta que entra otra persona y la historia vuelve a empezar.

¿Y qué me decís cuando vais al médico y os toca esperar? Yo he llegado a pensar que las personas mayores de la sala de espera son meros figurantes, porque no es posible que cada vez que voy (que es cada mucho tiempo) tenga que pasar una hora oyendo quejas sobre que la doctora tarda mucho, que sigo viniendo porque es muy buena pero que no se que demonios hace ahí dentro.
A continuación empieza una ronda para ver quién lleva más tiempo esperando, y de repente... ¡¡te toca hablar!!
-  Hombre... yo llevo aquí sólo 30 minutos, pero que si sigo leyendo mi periódico el tiempo se me pasa volando. Vamos, que ni me quejo ni nada
Traducción: ¡Dejadme en paz que no me he metido con nadie!

Mi reflexión de esta semana es ¿realmente es necesario hablar si no hay nada que decir? ¿Es necesario llegar a momentos incómodos e insulsos con tal de abrir la boca?

Me acaba de venir a la cabeza una situación que se repetía en mi niñez cada vez que iba a mi pueblo de vacaciones, y que me dejaba sin palabras. Cuando llegaba siempre había una persona que, al saludarla, me preguntaba con sorpresa:

-  ¡Hombre! ¿ya has llegado?
-  No señora, soy una alucinación...

¡Gracias por leerme!

1 comentario:

  1. JAJAJAJAJAJA!!!!! el último párrafo me ha arrancado lágrimas de risa pq yo pensaba lo mismo, como siempre me ha encantado, ya estoy esperando que llegue el próximo domingo para ver con qué nos sorprendes.Bss

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