lunes, 12 de agosto de 2013

Viendo el vaso vacío

Me alegra recibiros una semana más en “En el drama de mi vida”, aunque vuestra presencia se puede deber por dos razones:
  1. No tenéis nada mejor que hacer en Agosto
  2. Realmente os gusta lo que escribo
En ambos casos prometo sacaros al menos una leve sonrisa y, si no me lo ponéis muy difícil, incluso alguna que otra carcajada… bueno, dejémoslo más bien en una risilla.
¡Así me gusta!
De todas formas hoy no tengo demasiadas ganas de reír y no está para nada relacionado con el hecho de estar trabajando en pleno verano mientras veo como los demás disfrutan de sus vacaciones, ya me tocará a mí cuando ellos estén luchando contra el síndrome postvacacional. 
¿Sabéis qué es lo que últimamente me quita las ganas de todo? La gente pesimista. Doy por hecho que todos tenemos un día tonto en los que necesitamos ponernos una buena sesión de Alex Ubago mezclado con Amaia Montero y rebozarnos en nuestra desgracia... 
Estoy segura que de vez en cuando viene incluso hasta bien, pero por otro lado hay un grupo de seres que viven eternamente en una desgracia permanente. ¡Al infierno con ellos!
(Por si no sabéis portugués os lo traduzco
-   ¿Qué es lo que queremos?
-   El remedio para el pesimismo
-   ¿Cuándo lo queremos?
-   Olvídate, jamás lo conseguiremos)

Seguramente todos vosotros conocéis a alguien al que si le cuentas que te vas a mudar de piso más grande, más bonito y mejor situado te responda algo parecido a “¿y tiene tarima flotante? Eso da muchísimos problemas”. Vamos a ver querido cenizo… me importa tres carajos la tarima flotante, como si el suelo es de adobe y paja, soy feliz porque me cambio a un lugar mejor pero gracias, me acabas de amargar el día.
¿A que os suena?
 Otro caso que recuerdo era aquel en el que tenías que trabajar en grupo en la universidad, en aquellas experiencias únicamente aprendí a odiar aún más a la especie humana y tengo mis razones.
Esta situación que os expongo a continuación puede estar pasando en cualquier lugar del mundo:
  • Sujeto 1: Chicos, he pensado que podíamos resolver este problema que nos quita el sueño de esta manera
(Media hora explicando a tus 8 compañeros aquello que se te ha ocurrido)
  • Sujeto 2: ¡Oh qué buena idea! pero creo que hay algo que debemos modificar.
(Otra media hora discutiendo hasta llegar a un consenso)
  • Sujeto 1: ¡Por fin está resuelto! Ahora a ponerlo en práctica
  • Uno que no ha dicho nada todo el tiempo anterior: No me gusta
  • Todos los demás, con cara de pánico: ¿Qué cambiarías? 
  • Uno que no ha dicho nada todo el tiempo anterior: No lo sé, pero no me gusta.
Osea que en vez de hacer una crítica constructiva se limita a decir que no y punto, ¿no os dan ganas de imitar a Homer en la siguiente escena?

Pero atended porque no está todo perdido, hace poco mi hermana me regaló un libro titulado “El secreto" en el que se explica el poder que tiene la ley de la atracción en nosotros y cómo podemos controlarla. Por ejemplo si tu vida está repleta de sentimientos negativos lo más seguro es que tú mismo atraigas más negatividad, lo que provocarán más malos pensamientos que acabarán influyendo en tu día a día.
Hace unos días, mientras preparaba esta entrada leí en el libro la siguiente frase referente a las personas que sólo saben hablar de cosas negativas, y me viene al pelo para finalizar por esta semana:
"Si realmente quieres ayudarlas, cambia de conversación y habla de cosas buenas, si puedes, si no márchate. Cuando te vayas dedica tus poderosos pensamientos y sentimientos a ver a esa persona en buen estado y luego déjalo ir." 
¡Gracias por leerme! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario