Bienvenidos una semana más a En el drama de mi vida, lo más esperado en vuestras vidas después del telediario de la noche y los consejos de ministros de cada viernes.
Esta entrada la he publicado con más retraso de lo normal porque la próxima semana me la tomaré de vacaciones, y como estar 15 días sin saber de mí es perjudicial para la salud, he decidido retrasar esta nueva entrega de mis dramas para que la espera se os haga más leve. De nada.
Durante estos últimos días he luchado sin parar por no perder el dedo que cada día tenía un color más extraño a la par que inquietante. Lo más gracioso es que los demás intentaban tranquilizarme diciéndome que eso era normal y que estaba genial... ¿tener el dedo negro es normal? ¿En serio? Yo temí que ocurriera como con las uñas, que después de negro acabaran por caerse aunque no se si con los dedos pasa como con los dientes, que tenemos el de leche y el definitivo... Como veréis, estoy que no pego ojo.
Durante estos últimos días he luchado sin parar por no perder el dedo que cada día tenía un color más extraño a la par que inquietante. Lo más gracioso es que los demás intentaban tranquilizarme diciéndome que eso era normal y que estaba genial... ¿tener el dedo negro es normal? ¿En serio? Yo temí que ocurriera como con las uñas, que después de negro acabaran por caerse aunque no se si con los dedos pasa como con los dientes, que tenemos el de leche y el definitivo... Como veréis, estoy que no pego ojo.
Pero no es momento de lamentarte, aunque motivos como veréis tengo de sobra, porque además de sufrir mi dolor por mi meñique estoy en pleno "mono" por culpa de la Coca Cola. La semana pasada os conté que un compañero de trabajo me detalló, mientras me bebía tranquilamente una lata para que la cafeína y el azúcar calmaran mis ganas de matar a mis superiores, la cantidad de cosas horribles que le ocurría a mi organismo en cada trago.
Todo esto me ha hecho recordar la otra vez que tuve que acabar con una costumbre perjudicial para mi, y como no fumo y apenas bebo ya que con una jarra de cerveza con limón entro rápidamente en la llamada fase de "exaltación de la amistad" previa a la cogorza, la otra vez en mi vida que pasé "el mono" por dejar algo fue cuando terminé con mi adicción a comerme las uñas (de las manos, ¡¡por supuesto!! No me seáis cerdos...)
Pensaréis que estoy loca, no os lo discutiré, pero os aseguro que dejar las uñas es muchísimo más difícil que dejar el tabaco. Para empezar no te gastas ni un céntimo en ello así que la razón de dejarlo para ahorrar queda rápidamente descartada, por otro lado no hay lugar alguno donde exista una prohibición para comerte las uñas cosa que para el tabaco existe (afortunadamente para los no fumadores que no queremos serlo de forma pasiva) cada vez en más sitios. Por último si quieres fumar tienes que sacar un cigarrillo, buscar el mechero que por alguna razón es algo que se pierde con facilidad, y ponerte a fumar pero ¿y si quieres comerte las uñas? Un simple gesto del brazo hace que vuelvas a caer incluso de manera inconsciente. Conclusión: es casi misión imposible.
Pero yo no me quería dar por vencida tan rápido, tal y como tenía las uñas me afeaban mucho las manos y quedaba fatal ir arreglada pero tener los dedos como si me dedicara a recoger algodón, así que emplee varios métodos. Lo primero que hice fue comprarme un líquido que en la farmacia me aseguraron que me iba a quitar este feo hábito.
¡Mentira! Es cierto que su sabor amargo al principio echa un poco para atrás, pero tras una semana te acabas acostumbrando al sabor y ¡hasta te gusta! Así que mi gozo en un pozo y vuelta al punto de partida.
Buscaba algo más duro, algo que hiciera que se me quitaran las ganas de volver a llevarme las uñas a la boca... Y me hablaron de las guindillas.
La idea es buena: coges una guindilla y te la restriegas por cada una de tus uñas, en cuanto intentes comerte una o simplemente rocen tus labios el picor será tan insoportable (a no ser que te guste comer guindilla, en ese caso estás jodido) que poco a poco dejarás de comerte las uñas. La idea es buena... El problema es cuando te pica, no se, un ojo e instintivamente te rascas. Si os queréis un poquito os aconsejo que no lo intentéis, no te arrancas los párpados porque estás demasiado ocupado deseando tu muerte mientras te acuerdas de cada ancestro de quien te dijo que aquello era buena idea.
Finalmente decidí pintarme las uñas (o lo que quedaba sin comer de ellas) con esmaltes de colores, odio llevar las uñas mal pintadas así que en cuanto me comía una y se me estropeaba me cogía tal cabreo que no lo intentaba mas. Manda narices que después de casi intoxicarme comiendo "Mordex" y de quedarme ciega por culpa de las guindillas la solución la tuviera tan cerca.
Si lo de pintarte las uñas no va contigo (no te gusta, eres un hombre, ...) y quieres quitarte esa manía tan fea de comerte hasta los muñones siento decirte que lo llevas crudo, he oído que envolviéndote las yemas de los dedos en papel celo... Pero no lo he probado así que si lo intentáis es bajo vuestra total responsabilidad.
Eso si, luego quiero que me contéis vuestra experiencia que seguro que saco al menos una entrada de ello.
Os abandono, pero antes de despedirme os confieso que mi retraso en la publicación de esta entrada también ha estado condicionado porque me hallo inmersa en la creación de un nuevo blog de recetas. No se si algunos habéis visto que bajo este título se ha incluido un enlace a En el drama de mi cocina, mi nuevo proyecto que espero que os guste al menos casi tanto como este.
Ahora si que me despido hasta la vuelta de semana santa ¡Gracias por leerme!
Todo esto me ha hecho recordar la otra vez que tuve que acabar con una costumbre perjudicial para mi, y como no fumo y apenas bebo ya que con una jarra de cerveza con limón entro rápidamente en la llamada fase de "exaltación de la amistad" previa a la cogorza, la otra vez en mi vida que pasé "el mono" por dejar algo fue cuando terminé con mi adicción a comerme las uñas (de las manos, ¡¡por supuesto!! No me seáis cerdos...)
Pensaréis que estoy loca, no os lo discutiré, pero os aseguro que dejar las uñas es muchísimo más difícil que dejar el tabaco. Para empezar no te gastas ni un céntimo en ello así que la razón de dejarlo para ahorrar queda rápidamente descartada, por otro lado no hay lugar alguno donde exista una prohibición para comerte las uñas cosa que para el tabaco existe (afortunadamente para los no fumadores que no queremos serlo de forma pasiva) cada vez en más sitios. Por último si quieres fumar tienes que sacar un cigarrillo, buscar el mechero que por alguna razón es algo que se pierde con facilidad, y ponerte a fumar pero ¿y si quieres comerte las uñas? Un simple gesto del brazo hace que vuelvas a caer incluso de manera inconsciente. Conclusión: es casi misión imposible.
Pero yo no me quería dar por vencida tan rápido, tal y como tenía las uñas me afeaban mucho las manos y quedaba fatal ir arreglada pero tener los dedos como si me dedicara a recoger algodón, así que emplee varios métodos. Lo primero que hice fue comprarme un líquido que en la farmacia me aseguraron que me iba a quitar este feo hábito.
¡Mentira! Es cierto que su sabor amargo al principio echa un poco para atrás, pero tras una semana te acabas acostumbrando al sabor y ¡hasta te gusta! Así que mi gozo en un pozo y vuelta al punto de partida.
Buscaba algo más duro, algo que hiciera que se me quitaran las ganas de volver a llevarme las uñas a la boca... Y me hablaron de las guindillas.
La idea es buena: coges una guindilla y te la restriegas por cada una de tus uñas, en cuanto intentes comerte una o simplemente rocen tus labios el picor será tan insoportable (a no ser que te guste comer guindilla, en ese caso estás jodido) que poco a poco dejarás de comerte las uñas. La idea es buena... El problema es cuando te pica, no se, un ojo e instintivamente te rascas. Si os queréis un poquito os aconsejo que no lo intentéis, no te arrancas los párpados porque estás demasiado ocupado deseando tu muerte mientras te acuerdas de cada ancestro de quien te dijo que aquello era buena idea.
Finalmente decidí pintarme las uñas (o lo que quedaba sin comer de ellas) con esmaltes de colores, odio llevar las uñas mal pintadas así que en cuanto me comía una y se me estropeaba me cogía tal cabreo que no lo intentaba mas. Manda narices que después de casi intoxicarme comiendo "Mordex" y de quedarme ciega por culpa de las guindillas la solución la tuviera tan cerca.
Si lo de pintarte las uñas no va contigo (no te gusta, eres un hombre, ...) y quieres quitarte esa manía tan fea de comerte hasta los muñones siento decirte que lo llevas crudo, he oído que envolviéndote las yemas de los dedos en papel celo... Pero no lo he probado así que si lo intentáis es bajo vuestra total responsabilidad.
Eso si, luego quiero que me contéis vuestra experiencia que seguro que saco al menos una entrada de ello.
Os abandono, pero antes de despedirme os confieso que mi retraso en la publicación de esta entrada también ha estado condicionado porque me hallo inmersa en la creación de un nuevo blog de recetas. No se si algunos habéis visto que bajo este título se ha incluido un enlace a En el drama de mi cocina, mi nuevo proyecto que espero que os guste al menos casi tanto como este.
Ahora si que me despido hasta la vuelta de semana santa ¡Gracias por leerme!
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