Que conste que yo soy la primera en respectar las ideologías de todo el mundo y mi opinión anterior no significa que sea creyente, ni todo lo contrario. Esta noticia la he utilizado para introducir el tema de esta entrada, ¡la navidad!.
Reconozco que son unas fechas entrañables, pero también he observado que existe un creciente número de personas que odian estas fiestas. Esas reuniones/cenas/cócteles con gente con la que apenas tienes relación pero que “como es Navidad” compartimos el mismo espacio y prometemos que tenemos que vernos más veces (aunque a nadie le apetezca verse hasta el próximo año), hacen que se deprima hasta el ser humano más feliz.
Por no hablar del temido amigo invisible, o lo que es lo mismo hacer un regalo por sorteo a una persona, que suele coincidir con esa que más pereza te da volver a ver, que te amarga durante un par de semanas porque no tienes ni la más remota idea sobre qué comprarle.
Otra característica propia de la navidad es la obligación moral a la que de manera indirecta estamos sometidos para ser feliz y solidarios con los demás. No se la de veces que he oído eso de que “son fechas para estar en familia” o “déjalo, que estamos en navidad”. ¿Realmente estamos programados para ser felices estos días en particular? Mi opinión es que esta falsa ilusión provoca el efecto contrario en personas que, por las circunstancias, pasan estas fechas solas o se sientan a cenar con las mismas personas que el resto de días.
Otra cosa que me preocupa enormemente es el tema de los regalos, no hay más que darse una vuelta por una zona comercial cualquiera: está todo lleno de luces, muñecos que sonríen de manera inquietante y padres resignados cargando con multitud de regalos mientras embisten de manera indiscriminada a los demás viandantes con los cochecitos de sus retoños.
Pero de todas formas ¿qué sería de la navidad sin todos estos tópicos? Si aún no habéis completado alguno de ellos, os lo dejo como tarea pendiente para estos días
¡Gracias por leerme!
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