martes, 12 de enero de 2016

Pilates

Bienvenidos una semana más a En el drama de mi vida.

¿Cómo estáis? Yo algo más relajada después de haber terminado ¡Por fin! Todas mis formaciones y exámenes previstas para este año.
Magnífico. 

Pero volviendo a lo que nos incumbe, si lo recordáis en el post anterior os mencioné que tras recuperarme física y psicológicamente del pie, no sabéis lo duro que fue llevar esos zapatos con dignidad...
Decidí apuntarme a clases de Pilates.

Como el tema de la sesamoiditis fue largo e intenso os prometí que os comentaría mi incursión en el Pilates en la siguiente entrada, y aquí me tenéis.

¡¡Hola!!
¿Por qué decidí apuntarme a pilates? Buena pregunta...
Si os soy sincera me cansé de ir a correr sola, es aburrido por mucho que fuera con música, y de pasar calor o frío en el parque según la época del año.
running-invierno-2
Por otro lado, y por alguna razón que aún desconozco, el 90% de las veces que salía a correr sentía un terrible dolor abdominal (comúnmente conocido como flato) que me impedía mejorar mis tiempos.

Antes que la mayoría de vosotros saque al presentador de Saber vivir que lleva dentro y me diga que eso es porque no se respirar bien...
Os comentaré que acudí a un fisioterapeuta el cual, tras una exhaustiva inspección, concluyó que mi diafragma iba un poco por libre y que sólo con muchas sesiones de masaje (a razón de 60 € cada sesión) lograría mejorar mi dolor.
Tras varios meses de sesiones sin apenas notar cambios decidí cambiar de fisioterapeuta (Me estaba dejando el sueldo en el anterior) La cual, además de decirme lo mismo acerca mi diafragma me comentó que ese dolor que sentía últimamente en mi pie era ocasionado por una sesamoiditis, provocada por correr... ¿No creéis que la naturaleza intentaba decirme algo?
Después de mucho meditar decidí que lo mejor que podía hacer, por mera supervivencia, era dejar por un tiempo lo de correr y buscar algún otro tipo de ejercicio.

Pensé apuntarme a un gimnasio que acababan de abrir al lado de mi casa, estas cosas tienes que tenerlas cerca de casa o del trabajo para al menos hacer el amago de ir, pero no me convenció. ¿Habéis estado alguna vez en uno de esos gimnasios que se llaman "loquesea-Fit", que te ofrecen una matrícula baratísima y tienes que ir a las 5 de la mañana para pillar una máquina libre o hueco en alguna clase?
Pues eso era lo que tenía al lado de mi casa, así que me dio pereza y abandoné la idea.

¿Qué más podía hacer? Descubrí que cerca de casa impartían clases de yoga, me acerqué incluso a pedir presupuesto pero reconozco que ese ambiente tan místico me aburre.
Por lo tanto ¿qué más podía hacer?

Me quedaba sin ideas hasta que, como una iluminación, descubrí que en la consulta de mi nueva fisio se impartían clases de pilates.

La primera vez que me lo comentaron pensé: "¿Pilates? ¿Eso no es lo que hacen las señoras mayores para no aburrirse en casa"
Aún así me propuse probar un mes y, si no me convencía, retomar la búsqueda.

No se si alguno de vosotros ha hecho pilates alguna vez en su vida, pero las agujetas que tuve tras las primeras clases fueron terribles.
No es ya que el ejercicio sea tan intenso como el de una clase de spinning, sino que se trata de un entrenamiento en el que debes controlar tus músculos y la respiración para fortalecer tu cuerpo. Si a esto le sumas que mi flexibilidad era prácticamente nula cuando comencé las clases
Podréis haceros una idea del esfuerzo que supuso mi inicio en esta disciplina.

Inicialmente comencé las clases para ver si, gracias a que iba a ganar más elasticidad, mi diafragma se volvía menos rígido y podía así retomar mis sesiones de running. Pero con el tiempo me he dado cuenta que estoy a gusto con las clases, las compañeras (mucho mejor compartir tu sufrimiento) y cómo evoluciona mi cuerpo.

¿Os animáis a probarlo? ¡Gracias por leerme!

domingo, 18 de octubre de 2015

En el drama de mi pie: el desenlace

Bienvenidos una vez más a En el drama de mi vida. Es posible que después de tanto tiempo no recordéis de qué iba esto y probablemente os preguntéis por qué estáis leyendo este blog...
Podéis releer mi primer post allá por 2012, pero os aseguro que os reengancharéis rápidamente.

Últimamente no he tenido tiempo ni de quejarme ¿Os lo podéis creer? Entre el trabajo ¡Ay que ver con lo rápido que me adapté a la vida del parado!
Mis ocho horas diarias de sueño (más la siesta), el estudio (porque hay que reciclarse) y que ahora me he apuntado a pilates para sentir que hago algo de ejercicio, no doy abasto...

Yo que nací para ser una Ylenia de la vida y aquí me tenéis, trabajando y estudiando.
Comprenderéis mi ausencia estos últimos meses.

Pero a pesar de todo, mis dramas no se toman descanso y he vuelto con muchas historias acumuladas para compartir con todos vosotros.

¿Por dónde nos habíamos quedado? Ah si, mi sesamoiditis.
Desde el momento en que recogí mis plantillas mi dolor se redujo de forma considerable, sobre todo porque no pasaban tres semanas sin que fuera a hacer una visita a la fisio para descargar la zona.

La mejoría iba llegando con cuentagotas, pero cada avance lo celebraba como si acabara de ganar la Champions: El primer día que no me dolió al despertarme, el primer día que no me morí de dolor en la consulta de la fisio o el día en el que el podólogo dejó de sugerirme que la solución a mi problema sólo iba a llegar infiltrándome en ambos pies.
¡Vamos!

Pero el gran problema seguía sin solucionarse. No podía llevar otros zapatos más que aquellos que fueran cerrados, con dos dedos de tacón y en los cuales cupiera la plantilla ortopédica que tenía que llevar sí o sí.
Imaginad qué futuro estilísitico más negro se me presentaba.

Al principio usaba unos botines negros que ya tenía y cumplían todos los requisitos anteriormente nombrados, pero llegué a aborrecerlas y el calor que anunciaba la inminente llegada del verano hacía que llevarlos puestos se convirtiera en una tortura. Así que le eché valor y me fui de compras para encontrar el calzado perfecto.

Los zapatos que cumplían lo que me dijo el podólogo ¡eran horrorosos!
A punto estuve de echarme a llorar cuando, tras más de una hora visitando zapaterías, empecé a asumir que no iba a encontrar nada decente que llevar en mis pies los próximos meses.
Pero como todo llega, llegó el día en el que la fisio me dejó ir sin plantillas primero un día a la semana, después dos para finalmente dejarme ponérmelas únicamente cuando encajara en mi zapato.

Así que cambié mis sesiones de masajes y electrodos en los pies por las clases de pilates, que al menos son en grupo y duele menos... Bueno no, duele lo mismo pero de eso os hablaré el próximo día.

¡Gracias por leerme!

jueves, 7 de mayo de 2015

En el drama de mi pie

Bienvenidos unas semana más a En el drama de mi vida. ¿Qué tal? Yo fatal…
En la última entrada os comenté que, entre otros muchos horrores que me acechaban últimamente, me había lesionado mi preciado pie izquierdo (porque yo soy muy zurda para todo). Y como sé que os habéis quedado con la intriga esta semana hablaré largo y tendido del tema, para poder solucionar todas las dudas que os hayan podido surgir.

¿Cómo ocurrió todo? De la manera más absurda, como suelen ocurrir la mayoría de las cosas, simplemente un día me levanté y noté dolor en la planta del pié. Al principio no le di importancia porque pensé que podría haber sido de una mala pisada, un zapato o simplemente que mi pie aquel día lo tenía tonto. Pasaron los días sin que el dolor cesara, todo lo contrario, hasta que en una ocasión mi planta del pie era más parecida a unas skechers.
Hay gente que me ha lanzado el típico comentario tipo “Cómo se nota que no tienes hijos, te escuchas demasiado”.
No sé si algún día llegaré a tener descendencia, pero espero que si esto ocurre y una mañana aparezco con el pié totalmente hinchado tome la decisión de ir al médico. ¡Llamadme hipocondriaca!
Como os iba contando, al ser domingo y verme totalmente incapacitada para caminar, ya no pedía hacerlo con dignidad siquiera, tome la decisión de pasar por Urgencias para que algún especialista me echara un vistazo. Me desviaron directamente al Traumatólogo, imaginad la tarde más entretenida que eché allí porque todo el que llegaba tenía más prioridad que yo, y todo para decirme que no tenía nada roto, que pidiera cita para el Podólogo y que me tomara un ibuprofeno cada ocho horas. Gracias Sara.
Tras una radiografía y varias visitas al Podólogo me entero que tengo una sesamoiditis… ¿Y qué carajos es eso? Resulta que los huesos se pueden inflamar ¡Me quedé muerta!
Como soy de la LOGSE no lo sabía, y a mí esto me ha ocurrido con uno muy pequeño pero que duele como si fuera del tamaño del fémur.

Mi cara debió ser de confusión total porque mi amigo el Podólogo (después de tanto tiempo, como comprenderéis, nos hemos hecho íntimos) me dijo que no me preocupara porque no era nada grave pero, eso sí, es bastante molesto. En cuanto salí de la consulta imaginaréis que lo primero que hice fue buscar sesamoiditis en Google, confieso que me sorprendió no encontrar nada alarmante.

Mi nuevo mejor amigo
Me recomendó hacerme unas plantillas, que me costaron un dolor pero no me quedaba otra que pagar, porque el hueso este se encuentra en una zona del pie que es prácticamente imposible no apoyar en el suelo, y si no probad a andar sin los pulgares. Estas tardarían entre una y dos semanas así que mientras tanto debía olvidarme de usar tacones (por supuesto), bailarinas y cualquier otro calzado cuya suela fuera plana y no tuviera aproximadamente dos centímetros de tacón. En resumidas cuentas, sólo podía usar botas planas.

Mi vida se iba derrumbando por momentos ¡¡me recomiendan reposo y calzar únicamente botas planas!! ¿Y tienes la cara de decirme que no es grave? Salí de allí indignada y lamentándome de mi suerte a mis contactos de Whatsapp.
¿Cómo han sido estos días? Un auténtico drama. Intentando no cojear mucho ya que de caminar mal me duele también el otro pie, yendo al fisio para diez días para que me descargue la zona con masajes y unos electrodos súper graciosos pero que hacían un daño que no veas y peleándome con señoras en el Metro para cazar un asiento libre antes que ellas. Por sus caras de desprecio se ve que no entendían que por muy joven que seas, si tienes mal el pie, también necesitas sentarte.

Tras casi un mes esperando las plantillas decidí llamar al centro para preguntar que qué tal y ya de paso informarme por el estado de mi pedido, porque después de varias semanas cojeando el otro pié comenzaba a resentirse. Con toda la pasividad del mundo me respondieron que intentaron ponerse en contacto conmigo y ¡no fue posible! ¿No me estaría hablando de aquella llamada, una semana antes de un número largo a los que no puedes devolver tú la llamada, la cual cogí pero que no me respondió nadie?
Espero que no, se tratará de un error…

Así que pedí cita para ese mismo día y recogí mis más de 100 € en forma de plantillas y que parece que valen la pena, porque el dolor al caminar ha remitido considerablemente cuando las llevo puestas. De todas formas me han dicho que la recuperación total será lenta, así que preveo alguna otra entrada contándoos mi experiencia con la ortopedia.

Antes de marcharme, como ya comenzamos el maravilloso periodo de campaña electoral, os quiero dejar una guía para no perderse en las próximas elecciones.
De nada y ¡gracias por leerme!

sábado, 4 de abril de 2015

Soy zurda

Bienvenidos una semana más a En el drama de mi vida. ¿Sobrevivisteis a san Valentín? Afortunadamente es solo un día al año, así que lo mejor de pasarlo es saber que quedan 12 laaaargos meses para volver a sufrirlo. 

Antes de nada os pido disculpas por no haceros últimamente mucho caso, pero desde que dejé de ser una parada más solo me queda tiempo para dormir y preparar la comida del día siguiente. No tengo fuerzas para otra cosa, está claro que no he nacido para trabajar.
Además, llevo un tiempo preparando una página más chula en la que alojar todos mis blogs (buenen realidad son tres, que dicho así parece que tengo miles) y eso también me quita tiempo, aunque reconozco que la mayor parte de mi tiempo libre la paso en brazos de Morfeo.
Por si todo esto os parece poco impedimento desde hace un par de semanas voy coja debido a una sesamoiditis que me está amargando la vida. ¿Por qué mi vida es tan miserable?
Así que para compensaros hoy he decidido hacerlos una confesión que es posible que os haya comentado en alguna entrada, pero de la que hoy quiero hablar largo y tendido: queridos fans, soy zurda
Zurda como Marie Curie, como Obama, como Napoleón o como Bill Gates. Soy zurda como Jimi Hendrix, como Maradona
Y sobre todo zurda como mi hermano, al que muchos dicen que inconscientemente imitaba. 

Todo comenzó en mi más tierna infancia, cuando ni siquiera caminaba pero ya era capaz de agarrar cosas con las que entretenerme. Cuentan que cuando algún mayor me daba un objeto yo ofrecía rápidamente mi mano izquierda, la derecha siempre ha sido una cosa inútil que tengo en mi cuerpo por temas de simetría, supongo. A veces me corregían pidiéndome que agarrara aquel objeto con la otra mano, cosa que hacía sin rechistar (es posible que de aquella aún no supiera hablar) pero rápidamente, y cuando creía que nadie me observaba, me lo pasaba a mi "mano buena". 
Afortunadamente pronto se dieron por vencidos y me dejaron vivir mi "zurdez" en libertad, pero usar la mano izquierda para todo acarrea dificultades que vosotros, los diestros, jamás comprenderéis.

Por ejemplo, los diestros no tenéis ni idea de lo que significa entrar un un aula y ver que todas las mesas son de esas que vienen con la silla incorporada
¿Esto? Es mentira, no existe, así que en tal situación te toca inclinarte 45º sobre ti mismo para escribir con toda la dignidad que te quede en ese momento. Muy cómodo para la espalda, además.

Aunque los problemas con las mesas no terminan ahí, ya que como escribimos y comemos al revés que la mayoría de la humanidad, así que o te sientas en el extremo izquierdo o pasarás una maravillosa velada de codazos y caras largas.
Y seguimos comiendo, ¿sabéis lo que es cortar las cosas con tu mano "mala"? Cuando eres pequeño y te enseñan a usar los cubiertos por defecto te ponen el cuchillo en la mano derecha y el tenedor en la izquierda, ya que se supone que tienes más fuerza en la diestra ¿verdad? Pero ¿qué ocurre cuando enseñan eso a un niño zurdo? Pues que o vuelves a aprender a usar los cubiertos cambiando de mano o cada vez que te pongan un filete algo más pasado de lo normal te resignas a sufrir.

Un zurdo se acostumbra a no saber usar un abrelatas, a odiar los cuadernos
O a dar por hecho que tu mano izquierda va a acabar manchada de tinta después de escribir con boli.
Pero lo peor es esa gente que aún no se acostumbra a encontrarse a un zurdo por la vida
¿Podríais esforzaros al menos tanto como cuando a mi me toca pelar patatas con un cuchillo común?

¡Gracias por leerme!

viernes, 13 de febrero de 2015

San Valentín

Bienvenidos una semana más a En el drama de mi vida, me alegra enormemente veros de vuelta una semana más pero tan expectantes como la primera vez.

A no ser que hayáis vivido los últimos días escondidos en alguna cueva, cosa que entendería perfectamente porque a mí a veces el contacto humano se me hace realmente insoportable, os habréis dado cuenta que estamos a las puertas de san Valentín, también conocido como día de los enamorados.
Si lo desconocíais cada 14 de febrero se conmemora el asesinato de un obispo en tiempos del emperador Claudio II, por desafiar la ley que prohibía el matrimonio entre soldados romanos. Hasta aquí todo correcto, como cuando se celebra en san Antón el día de los animales.
Pero en los últimos tiempos esto se ha ido de las manos, además desde que he vuelto al trabajo estoy que no me aguanto ¡con lo feliz que yo era en mi casa sin tener que madrugar!

A lo que iba, el día de san Valentín se ha convertido en la jornada ideal para que las parejas decidan compartir con todo el mundo, les importe o no a los demás, lo mucho que se quieren y las tonterías que se dicen y que deberían permanecer en privado para el fin de los días. La siguiente escena es inventada pero no dista mucho de lo que hemos visto todos en las redes sociales, procedo:
-Feliz san Valentín cariño mío -a lo que el tal cariño mío responde- Jo cómo te quiero florecilla -Pero esto no acaba aquí, porque florecilla responde rauda y veloz- ¿Sabes qué? Cada día te quiero más y mira que es difícil -Yo estoy deseando llegar a casa para verte, y quién sabe ¿habrá algún regalo? (emoticonos cursis) -Oh pues no sé, ¿san Valentín me habrá dejado algo? ...
Y paro porque más de uno habrá comenzado a vomitar un precioso arcoíris.

A ver, queridos cariñito, florecilla y demás parejas con problemas para percibir la vergüenza ajena, me embarga la emoción al comprobar cuánto os queréis pero de verdad, a mí lo único que me provoca son unas arcadas por culpa de vuestro empacho de pastelosismo que me gustaría evitar.
Aunque lo que ya no puedo soportar es que la conversación anterior vaya acompañada de una foto de la pareja en cuestión besándose o en una actitud postcoital que, lo repito, a absolutamente nadie le interesa ver.

El día de san Valentín procuro entrar lo mínimo posible en las redes sociales, si no quiero entrar en colapso por tanto corazón, ramos de flores y comentarios cursis del estilo del que he reproducido más arriba. Pero claro, si salgo a la calle es peor porque veré lo mismo en directo, y ahí no puedo cerrar la ventana del navegador.

¿Sabéis que es lo que más me molesta? Esas personas que se toman tan en serio este día hasta el punto de olvidar lo que ocurre el resto del año y me explico. Si tu pareja es cariñosa contigo, se acuerda de aniversario y cumpleaños pero el día de san Valentín no te hace ningún regalo, porque, pensándolo fríamente ese día no celebráis absolutamente nada (a no ser que la casualidad haya querido que ese día sea vuestro aniversario o cumpleaños) no es necesario que lo pongas a parir porque no ha aparecido con un ramo de flores y una caja de bombones como el 98% de los hombres que deambulan ese día por la calle. Por otro lado si jamás te regala nada, si nunca te sorprende  ni siquiera con una miserable cena pero ese día aparece con un osito que te declara su amor cuando le aprietas la barriga...
Cariño, despierta y búscate algo mejor.

Algunos podéis pensar que soy muy intransigente con aquellos que son felices celebrando el día de los enamorados, afortunadamente para ellos vivimos en una democracia que les permite cosas como estas, pero a mí todo esto me fastidia enormemente ¿nadie piensa en mí o qué? Este año cae en sábado, día en el que por defecto me gusta ir al cine para a continuación cenar fuera y tomarme alguna copichuela (pocas, que a mí me sube muy rápido) ¿qué va a ser de mi ese día?
Las salas de cine estarán llenas de parejitas compartiendo bol de palomitas a la dama y el vagabundo aunque eso no me preocupa, seguramente la gran mayoría vayan a ver Cincuenta sombras de Grey, unos para satisfacer al otro y otros para ver si les gusta tanto como los libros. Donde sí voy a tener problemas de aforo va a ser cuando decida salir a cenar tras disfrutar de la película, probablemente esté todo lleno, tenga problema para sentarme y el servicio sea más lento. ¿Me he metido yo con alguien en otra vida para merecer esto?
Y ¿qué me decís de los correos electrónicos? Llevo semanas recibiendo ofertas para “una escapada romántica” o para tener “un look sexy con el que sorprender a mí parece”. Que digo yo ¿el resto del año la gente qué hace con sus vidas? Si quieres darle una sorpresa no esperes al 14, es posible que no sea tan sorprendente…

Me indigno mucho así que os dejo por hoy, ¡gracias por leerme! 

jueves, 29 de enero de 2015

En el drama de mi paro

Bienvenidos una vez mas a En el drama de mi vida, ¿qué tal va esa cuesta de Enero, demasiado empinada?

Después de las navidades he vuelto a ser la de siempre, me disculpo una vez mas por mi última entrada en la que esto parecía mas bien la consulta de psiquiatra, así que espero no defraudaros en el inicio de nuestro tercer año juntos.
¡Que barbaridad!

Este año ha comenzado con cambios para mi, principalmente porque justo antes de navidad me despidieron del trabajo. 
Ahora pienso que fue todo un detalle no esperar a la vuelta, ya que así al menos las primeras dos semanas se me hicieron mas amenas con tanta gente de vacaciones.

Cuando todo el mundo volvió al trabajo a mi también me tocó crearme mi propia rutina, disfrutar de esta etapa y hacer lo que normalmente no puedo hacer como desayunar tranquilamente mientras Susanna Griso me pone al día de la actualidad.
¡Qué mujer!

O salir a correr cuando es de día, o comer la comida recién hecha y no recalentada en el microondas de la oficina, o darme un paseo por mi ciudad y pararme a contemplar como funciona en un día cualquiera, o un montón de cosas mas que me pierdo en una jornada de 40 horas semanales.

Mucha gente se sorprende de verme tan feliz en esta etapa de desempleada, lo que yo no termino de comprender es por qué ellos me suponen triste en el único momento de mi vida en el que yo decido qué hacer con mi tiempo.
Pero estar desempleada también tiene sus momentos malos y no me refiero a no tener nadie con quien hablar en Whatsapp de 9 a 18 horas, que es una faena, sino por ejemplo al hecho de tener que ir a la oficina del INEM (si tienes la suerte de tener derecho a paro).
Yo he sido afortunada y me correspondían 12 meses así que, tras obtener mi demanda de empleo, me citaron ¡12 días! después para tramitar la prestación que me corresponderá durante este tiempo.

Si no habéis tenido "el placer" de acudir a un sitio de estos, sobre todo desde que comenzó la crisis, os explicaré brevemente en qué consiste: es un lugar lleno de gente de todo tipo (joven, vieja, española, extranjera, con hijos, sin hijos, ...) pero con una característica común, no tienen empleo. Esas personas acuden a este centro porque necesitan la prestación que le da el Estado y, sobre todo, porque tienen derecho a ella. Todos y cada uno de ellos son atendidos por funcionarios (esto es, personas con un trabajo fijo y que jamás se verán en una situación de desempleo) que, por lo general, suelen ser bastante desagradables. 
Mientras miss simpatía me pedía papeles que yo no tenía porque no debía tenerlos para a continuación darse cuenta que los tenía que tener ella y ni siquiera disculparse de ello, me dio por escuchar qué se hablaba en la mesa de al lado.

Una mujer acompañada de una niña pequeña le preguntaba muy preocupada a su funcionaria correspondiente si iba a tener la suerte de poder acceder a una ayuda de 420 €, su prestación por desempleo había finalizado dos meses antes. Afortunadamente a esta señora le tocó la "funcionaria simpática" y tras mucho bucear en su escasa vida laboral le pudo dar la buena noticia pero, yo me quedé con la duda ¿Qué hubiera ocurrido si le hubiera tocado la misma persona que a mi me estaba atendiendo con cara de perro?
Otro problema de estar en búsqueda activa de empleo son las entrevistas de trabajo, no entiendo por qué la gente decía que yo estaba parada cuando no he dejado de recorrerme la ciudad y pueblos de alrededor ya que ninguna de las empresas que me llamaban estaban situadas precisamente al lado de mi casa. No lo entiendo, ¡ya es por pura probabilidad!

Lo que mas me encantaba de todo era el momento en el que te preguntaban "y bien, ¿cuales son tus expectativas salariales?" pregunta a la que yo, para evitarme problemas siempre respondía con algo parecido a "en mi último trabajo cobraba X". Reconozco que todos aumentamos algo la cifra, yo por ejemplo la suelo incrementar aproximadamente un 5% sobre el salario bruto anual y ¿sabéis qué? Muchas veces me decían que esa cantidad era mucho para mi puesto.
¿Perdón? ¿Qué insinúas exactamente, que soy una mentirosa o que en mi antigua empresa estaban locos y pagaban unos sueldazos? Mientras salías del shock ellos aprovechaban para hacerte una oferta en la que acabaría cobrando en torno al 15% menos que en mi último empleo.

Así que al final, después de hacerte varios viajes de hora y media, a veces para escuchar tonterías, te mandan un correo muy educado en el que te dicen que eres genial pero que tu perfil no encaja con ninguna de sus ofertas actuales.
¿Entonces para que demonios me habéis hecho dar estos paseos? ¿Ocio?

Pero toda época tiene su fin y afortunadamente (o no, porque yo en mi casa era muy feliz) he encontrado un nuevo trabajo que me hará mantenerme ocupada durante, espero, mucho tiempo.
Mucha suerte a todos los que aún estéis dando vuelvas con el currículo en la mano y ¡gracias por leerme!