martes, 12 de enero de 2016

Pilates

Bienvenidos una semana más a En el drama de mi vida.

¿Cómo estáis? Yo algo más relajada después de haber terminado ¡Por fin! Todas mis formaciones y exámenes previstas para este año.
Magnífico. 

Pero volviendo a lo que nos incumbe, si lo recordáis en el post anterior os mencioné que tras recuperarme física y psicológicamente del pie, no sabéis lo duro que fue llevar esos zapatos con dignidad...
Decidí apuntarme a clases de Pilates.

Como el tema de la sesamoiditis fue largo e intenso os prometí que os comentaría mi incursión en el Pilates en la siguiente entrada, y aquí me tenéis.

¡¡Hola!!
¿Por qué decidí apuntarme a pilates? Buena pregunta...
Si os soy sincera me cansé de ir a correr sola, es aburrido por mucho que fuera con música, y de pasar calor o frío en el parque según la época del año.
running-invierno-2
Por otro lado, y por alguna razón que aún desconozco, el 90% de las veces que salía a correr sentía un terrible dolor abdominal (comúnmente conocido como flato) que me impedía mejorar mis tiempos.

Antes que la mayoría de vosotros saque al presentador de Saber vivir que lleva dentro y me diga que eso es porque no se respirar bien...
Os comentaré que acudí a un fisioterapeuta el cual, tras una exhaustiva inspección, concluyó que mi diafragma iba un poco por libre y que sólo con muchas sesiones de masaje (a razón de 60 € cada sesión) lograría mejorar mi dolor.
Tras varios meses de sesiones sin apenas notar cambios decidí cambiar de fisioterapeuta (Me estaba dejando el sueldo en el anterior) La cual, además de decirme lo mismo acerca mi diafragma me comentó que ese dolor que sentía últimamente en mi pie era ocasionado por una sesamoiditis, provocada por correr... ¿No creéis que la naturaleza intentaba decirme algo?
Después de mucho meditar decidí que lo mejor que podía hacer, por mera supervivencia, era dejar por un tiempo lo de correr y buscar algún otro tipo de ejercicio.

Pensé apuntarme a un gimnasio que acababan de abrir al lado de mi casa, estas cosas tienes que tenerlas cerca de casa o del trabajo para al menos hacer el amago de ir, pero no me convenció. ¿Habéis estado alguna vez en uno de esos gimnasios que se llaman "loquesea-Fit", que te ofrecen una matrícula baratísima y tienes que ir a las 5 de la mañana para pillar una máquina libre o hueco en alguna clase?
Pues eso era lo que tenía al lado de mi casa, así que me dio pereza y abandoné la idea.

¿Qué más podía hacer? Descubrí que cerca de casa impartían clases de yoga, me acerqué incluso a pedir presupuesto pero reconozco que ese ambiente tan místico me aburre.
Por lo tanto ¿qué más podía hacer?

Me quedaba sin ideas hasta que, como una iluminación, descubrí que en la consulta de mi nueva fisio se impartían clases de pilates.

La primera vez que me lo comentaron pensé: "¿Pilates? ¿Eso no es lo que hacen las señoras mayores para no aburrirse en casa"
Aún así me propuse probar un mes y, si no me convencía, retomar la búsqueda.

No se si alguno de vosotros ha hecho pilates alguna vez en su vida, pero las agujetas que tuve tras las primeras clases fueron terribles.
No es ya que el ejercicio sea tan intenso como el de una clase de spinning, sino que se trata de un entrenamiento en el que debes controlar tus músculos y la respiración para fortalecer tu cuerpo. Si a esto le sumas que mi flexibilidad era prácticamente nula cuando comencé las clases
Podréis haceros una idea del esfuerzo que supuso mi inicio en esta disciplina.

Inicialmente comencé las clases para ver si, gracias a que iba a ganar más elasticidad, mi diafragma se volvía menos rígido y podía así retomar mis sesiones de running. Pero con el tiempo me he dado cuenta que estoy a gusto con las clases, las compañeras (mucho mejor compartir tu sufrimiento) y cómo evoluciona mi cuerpo.

¿Os animáis a probarlo? ¡Gracias por leerme!

No hay comentarios:

Publicar un comentario