Bienvenidos una semana mas a En el drama de mi vida, ¿Qué tal todo? ¿Sois un poco más "cool"? No me defraudéis.
Disculpad mi ausencia estos últimos días, pero como bien sabéis la Navidad me desquicia y me deprime a partes iguales así que no me sentía con ganas de escribir. La culpa la tiene el Corte Inglés que cada año comienza antes, lo que provoca una guerra de comercios para ver quién pone antes el espumillón y nos condena a los demás a pensar en Papá Noel desde finales de octubre.
Debe ser eso, sino no me explico porque llevo unos días algo melancólica. ¡Con lo que yo he sido! y he de reconocer que me he comportado como una auténtica Nancy llorona después de ver el anuncio de la lotería.
Este ataque (espero temporal) de sensibilidad me ha hecho pararme un momento y echar la vista atrás en los episodios de mi vida que aún me duelen y de los que me cuesta hablar por muchos años que pasen. ¿Y sabéis qué? He decidido echarle valor e ir cerrándolos para poder continuar con mi camino.
Antes de continuar siento si esta entrada se parece mas a un libro de Jorge Bucay que a un drama de mi vida...
Estáis a tiempo de dejar de leer y esperar a la próxima para volver a la normalidad, pero es que ¡¡estas fechas me acaban minando la moral!!
Como os iba contando a lo largo de nuestra vida solemos ir dejando temas pendientes: personas que en su momentos nos hicieron daño y que apartamos de nuestro lado, gente que por el contrario nos apartó de su camino porque nuestra compañía dejó de ser grata, amigos con los que hemos perdido el contacto sin entender bien por qué... Muchas veces con el tiempo lo olvidamos y si alguna vez vuelve el recuerdo no te afecta lo más mínimo, pero cuando se sufre al recordar ¿cómo pasar página?
Un día hace aproximadamente un mes estuve recordando un caso así. Había sido una persona muy cercana a mi durante un tiempo hasta que, por circunstancias de la vida, tuvimos varias discusiones que terminaron por romper el contacto definitivamente. Después de muchos años me paré a pensar que aquello por lo que nos enfadamos había perdido el sentido, pero aquella situación me seguía doliendo hasta el punto que su sola presencia me incomodaba. ¿Qué podía hacer? Decidí enviarle un mensaje para preguntarle qué tal le iba todo, con miedo de que no respondiera.
Disculpad mi ausencia estos últimos días, pero como bien sabéis la Navidad me desquicia y me deprime a partes iguales así que no me sentía con ganas de escribir. La culpa la tiene el Corte Inglés que cada año comienza antes, lo que provoca una guerra de comercios para ver quién pone antes el espumillón y nos condena a los demás a pensar en Papá Noel desde finales de octubre.
Debe ser eso, sino no me explico porque llevo unos días algo melancólica. ¡Con lo que yo he sido! y he de reconocer que me he comportado como una auténtica Nancy llorona después de ver el anuncio de la lotería.
Este ataque (espero temporal) de sensibilidad me ha hecho pararme un momento y echar la vista atrás en los episodios de mi vida que aún me duelen y de los que me cuesta hablar por muchos años que pasen. ¿Y sabéis qué? He decidido echarle valor e ir cerrándolos para poder continuar con mi camino.
Antes de continuar siento si esta entrada se parece mas a un libro de Jorge Bucay que a un drama de mi vida...
Estáis a tiempo de dejar de leer y esperar a la próxima para volver a la normalidad, pero es que ¡¡estas fechas me acaban minando la moral!!
Como os iba contando a lo largo de nuestra vida solemos ir dejando temas pendientes: personas que en su momentos nos hicieron daño y que apartamos de nuestro lado, gente que por el contrario nos apartó de su camino porque nuestra compañía dejó de ser grata, amigos con los que hemos perdido el contacto sin entender bien por qué... Muchas veces con el tiempo lo olvidamos y si alguna vez vuelve el recuerdo no te afecta lo más mínimo, pero cuando se sufre al recordar ¿cómo pasar página?
Un día hace aproximadamente un mes estuve recordando un caso así. Había sido una persona muy cercana a mi durante un tiempo hasta que, por circunstancias de la vida, tuvimos varias discusiones que terminaron por romper el contacto definitivamente. Después de muchos años me paré a pensar que aquello por lo que nos enfadamos había perdido el sentido, pero aquella situación me seguía doliendo hasta el punto que su sola presencia me incomodaba. ¿Qué podía hacer? Decidí enviarle un mensaje para preguntarle qué tal le iba todo, con miedo de que no respondiera.
Pero nada mas lejos de la realidad nos intercambiamos algunos mensajes que me ayudaron a cerrar (¡por fin!) aquel capítulo doloroso de mi vida.
Aprovechando que estaba melancólica me paré a pensar en la gente que me rodea, tanto para bien como para mal. En ese amigo al que ves cada dos meses pero que escucha todas tus retahíla de miserias sin pestañear cuando te da el típico pedo llorón
O que te llama de repente porque necesita que quién conoce todas y cada uno de sus dramas desde los 14 años le consuele...
¿Y qué decir de aquel que conoces desde hace años, con quien nunca has pasado de tener una relación cordial pero un día te llama para tomar algo? De repente te das cuenta que al igual que tú también tiene sentimientos.
Pero también está aquella persona muy cercana en una época de tu vida pero muy tóxica en la actualidad, te apetece verla pero cuando llegas a casa te sientes deprimido, eres más feliz sin hablar con ese amigo que cuando le ves. Muchas veces el miedo a la soledad o los buenos recuerdos del pasado nos hace seguir aguantando, pero no nos paramos a pensar que quizás ha llegado el momento de decir "adiós" y conocer a gente nueva o pararnos un poco más en quienes ya creemos conocer.
Por favor ¿Me estáis leyendo? ¡Que alguien me pare! Yo os dejo, voy a sacar el helado del congelador.
¡Gracias por leerme!
Aprovechando que estaba melancólica me paré a pensar en la gente que me rodea, tanto para bien como para mal. En ese amigo al que ves cada dos meses pero que escucha todas tus retahíla de miserias sin pestañear cuando te da el típico pedo llorón
O que te llama de repente porque necesita que quién conoce todas y cada uno de sus dramas desde los 14 años le consuele...
¿Y qué decir de aquel que conoces desde hace años, con quien nunca has pasado de tener una relación cordial pero un día te llama para tomar algo? De repente te das cuenta que al igual que tú también tiene sentimientos.
Pero también está aquella persona muy cercana en una época de tu vida pero muy tóxica en la actualidad, te apetece verla pero cuando llegas a casa te sientes deprimido, eres más feliz sin hablar con ese amigo que cuando le ves. Muchas veces el miedo a la soledad o los buenos recuerdos del pasado nos hace seguir aguantando, pero no nos paramos a pensar que quizás ha llegado el momento de decir "adiós" y conocer a gente nueva o pararnos un poco más en quienes ya creemos conocer.
Por favor ¿Me estáis leyendo? ¡Que alguien me pare! Yo os dejo, voy a sacar el helado del congelador.
¡Gracias por leerme!
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