Bienvenidos una semana más a En el drama de mi vida, ¿cómo va esa entrada en el mes de Septiembre? Yo lo llevo fatal, para que mentir, aunque reconozco que al pobre mes le ha caído todo lo peor: cuando iba al colegio suponía la vuelta a clase.
En la universidad era equivalente a la última oportunidad para no tener que volver a matricularte de una asignatura y así evitar pagar una pasta por ello y en mi época laboral es igual a terminar la maravillosa jornada intensiva. ¡Como para no odiarlo! Por cierto, aquí os dejo el típico artículo de estas fechas sobre cómo detectar si padeces síndrome postvacacional.
Pero no todo va a ser malo ya que con el inicio de mes comenzó la tercera y última temporada de Isabel (¡y de Fernando!)
Al menos los lunes por la noche se me hacen más amenos, sobre todo desde que Matías me ha abandonado cada noche para marcharse al fin de semana.
En la universidad era equivalente a la última oportunidad para no tener que volver a matricularte de una asignatura y así evitar pagar una pasta por ello y en mi época laboral es igual a terminar la maravillosa jornada intensiva. ¡Como para no odiarlo! Por cierto, aquí os dejo el típico artículo de estas fechas sobre cómo detectar si padeces síndrome postvacacional.
Pero no todo va a ser malo ya que con el inicio de mes comenzó la tercera y última temporada de Isabel (¡y de Fernando!)
Al menos los lunes por la noche se me hacen más amenos, sobre todo desde que Matías me ha abandonado cada noche para marcharse al fin de semana.
Esta semana quiero contaros lo que me pasó hace poco volviendo a casa, porque a veces quiero creer que mi vida no es tan surrealista como pienso. Volvía yo del trabajo como siempre, en el autobús de la EMT, ensimismada en la prensa que leía desde mi teléfono móvil cuando noto que la persona que está sentada a mi lado (de cuya presencia ni me había percatado) me hace un comentario sobre la relación entre el uso del teléfono móvil y la pérdida progresiva de visión.
Por educación le sonrío
Aunque el comentario/broma/lo-que-sea no me ha hecho ni la más mínima gracia.
Continúo a lo mío pero mi acompañante se debió venir arriba y no cejó en su empeño de joderme la vuelta a casa. No entiendo esa necesidad que tienen algunos individuos de sacar temas de conversación de forma compulsiva y menos aún cuando no hay necesidad alguna de hablar.
Por ejemplo puedo comprender que si quedas a comer los silencios que a veces se producen, debido a la falta de complicidad o simplemente a que no conoces de mucho a tu interlocutor, resultan incómodos. Yo soy la primera que lo paso mal cuando por circunstancias de la vida estoy con alguna persona a la que es imposible sacarle conversación y únicamente responde con monosílabos pero, !con quien tienes sentado a tu lado en un autobús!
¿De verdad hay necesidad?
Como os iba contando, el chico de mi lado continuó preguntándome cosas personales lo cual me empezó a inquietar, sobre todo porque mi forma de ignorarle cada vez era más directa para ver si se daba por aludido. Ni siquiera le miraba, le respondía con monosílabos y no me reía con ninguno de sus intentos por sacarme una carcajada. ¿Sabéis la de locos que hay sueltos?
¿Por qué quiere saber dónde trabajo y si viajo mucho en este autobús?
Lo peor fue cuando me tocó bajar, necesitaba forzosamente que él me dejara pasar por lo que era necesario avisarle que aquella era mi parada. Cuando me dijo "salgo contigo" mi estómago se hizo un nudo marinero a sí mismo mientras yo calculaba mentalmente si llevaba mucho efectivo en la cartera por si hoy era el primer día que alguien me robaba, que las primeras veces asustan.
Lo mejor de todo fue que al bajar, aquel individuo que por lo visto esa tarde no tenía otra cosa mejor que hacer, se encontró con un amigo. Mucho mejor dos que uno ¿verdad? Y como el pánico se había apoderado de mi decidí seguir caminando cada vez más rápido aprovechando que el hombre este se había parado. "¿No me esperas?" me grito cuando se dio cuenta que había continuado sin él, ¿hemos quedado? ¿te conozco de algo más allá de haberme fastidiado mi vuelta a casa tranquilamente leyendo la prensa? ¿te he pedido que me acompañes a casa? ¿no te he demostrado lo suficiente que tú y tus historias me importan tres carajos? ¿entonces por quécojones demonios tengo que esperarte?
Afortunadamente la parada del autobús y mi casa están a menos de dos minutos caminando, aquel día iba más rápido de lo normal así que en pocos segundos ya me encontraba en mi portal. Cuando cerré la puerta sin ni siquiera mirarle me preguntó extrañado si no íbamos a quedar otro día. Déjame que piense...
Osea que ¿todo esto porque estaba intentando ligar conmigo? ¿Estamos locos? No lo digo por mi, que reconozco que estoy de muy buen ver (no, no tengo abuelos) sino porque si vas a ligar lo principal es que la otra persona se sienta lo más cómoda posible y no agobiarla ¿No creéis lo mismo?
¿Alguna vez os ha pasado algo parecido? Decidme que mi vida no es tan rara, por favor...
¡Gracias por leerme!
Por educación le sonrío
Aunque el comentario/broma/lo-que-sea no me ha hecho ni la más mínima gracia.
Continúo a lo mío pero mi acompañante se debió venir arriba y no cejó en su empeño de joderme la vuelta a casa. No entiendo esa necesidad que tienen algunos individuos de sacar temas de conversación de forma compulsiva y menos aún cuando no hay necesidad alguna de hablar.
Por ejemplo puedo comprender que si quedas a comer los silencios que a veces se producen, debido a la falta de complicidad o simplemente a que no conoces de mucho a tu interlocutor, resultan incómodos. Yo soy la primera que lo paso mal cuando por circunstancias de la vida estoy con alguna persona a la que es imposible sacarle conversación y únicamente responde con monosílabos pero, !con quien tienes sentado a tu lado en un autobús!
¿De verdad hay necesidad?
Como os iba contando, el chico de mi lado continuó preguntándome cosas personales lo cual me empezó a inquietar, sobre todo porque mi forma de ignorarle cada vez era más directa para ver si se daba por aludido. Ni siquiera le miraba, le respondía con monosílabos y no me reía con ninguno de sus intentos por sacarme una carcajada. ¿Sabéis la de locos que hay sueltos?
¿Por qué quiere saber dónde trabajo y si viajo mucho en este autobús?
Lo peor fue cuando me tocó bajar, necesitaba forzosamente que él me dejara pasar por lo que era necesario avisarle que aquella era mi parada. Cuando me dijo "salgo contigo" mi estómago se hizo un nudo marinero a sí mismo mientras yo calculaba mentalmente si llevaba mucho efectivo en la cartera por si hoy era el primer día que alguien me robaba, que las primeras veces asustan.
Lo mejor de todo fue que al bajar, aquel individuo que por lo visto esa tarde no tenía otra cosa mejor que hacer, se encontró con un amigo. Mucho mejor dos que uno ¿verdad? Y como el pánico se había apoderado de mi decidí seguir caminando cada vez más rápido aprovechando que el hombre este se había parado. "¿No me esperas?" me grito cuando se dio cuenta que había continuado sin él, ¿hemos quedado? ¿te conozco de algo más allá de haberme fastidiado mi vuelta a casa tranquilamente leyendo la prensa? ¿te he pedido que me acompañes a casa? ¿no te he demostrado lo suficiente que tú y tus historias me importan tres carajos? ¿entonces por qué
Afortunadamente la parada del autobús y mi casa están a menos de dos minutos caminando, aquel día iba más rápido de lo normal así que en pocos segundos ya me encontraba en mi portal. Cuando cerré la puerta sin ni siquiera mirarle me preguntó extrañado si no íbamos a quedar otro día. Déjame que piense...
Osea que ¿todo esto porque estaba intentando ligar conmigo? ¿Estamos locos? No lo digo por mi, que reconozco que estoy de muy buen ver (no, no tengo abuelos) sino porque si vas a ligar lo principal es que la otra persona se sienta lo más cómoda posible y no agobiarla ¿No creéis lo mismo?
¿Alguna vez os ha pasado algo parecido? Decidme que mi vida no es tan rara, por favor...
¡Gracias por leerme!