Después de un fin de semana largo en el que alcancé la concentración máxima de torrijas que el organismo humano puede soportar, confieso que temo la llegada de la Semana Santa en la que mis tías y demás familia intentarán demostrar que ese tope puede ampliarse.
Mientras tanto, estos últimos días he vivido un debate en mi entorno acerca de la durabilidad de los electrodomésticos modernos. Como no quería matar el aburrimiento a base de comida (es algo muy efectivo) para evitarme otro mes a base de caldos y membrillos (que parece que no aprendo...) decidí informarme más detenidamente sobre este tema llamado obsolescencia programada.
Es muy interesante saber cómo la gran mayoría de productos que usamos y necesitamos para nuestro día a día tienen una vida programada por su fabricante, con el fin de generar mayor consumo. Pero no os preocupeis, no me he pasado toda la semana dándole vueltas a este tema, ya os he dejado un enlace para que lo leáis vosotros solos.
De todas formas no os he comentado la obsolescencia programada por que sí, sino porque el otro día estaba tan feliz viendo la televisión (un zapping de esos que tanto ve la gente) cuando este anuncio me sacó de mi preciado letargo:
¿Recordáis a esta chica? Sacó una canción allá por el año 1996 llamada "Duro de pelar" que fue éxito en su época y que, como veréis, ha versionado en el anuncio anterior
Cuando salí de mi asombro, busqué rápidamente en Internet si era la única persona que había sentido vergüenza ajena con lo que acababan de observar mis ojos. Para mi alivio no fue así y los comentarios más astutos no tardaron en aparecer.
Relacionando ambas cosas, para los más despistados la obsolescencia programada y Rebeca, llegué a la siguiente pregunta: ¿las personas también tenemos fecha de caducidad? Me vienen a la cabeza un montón de cantantes/actores/personas-famosas-que-no-sabes-que-hacen-exactamente que entraron en nuestras vidas sin querer, salían hasta en la sopa pero un día sin más desaparecieron.
Uno de los ejemplos más sonados fueron Las Ketchup, sólo 1 de cada 10 personas mayores de 12 años dicen no haber bailado el Aserejé y todos ellos mienten. Entre los años 2001 y 2002 no había emisora de radio, programa de televisión o fiesta local en la que no se escuchara aquella canción. Años después participaron en Eurovisión con el tema Un blodymary que tan solo recibió 21 puntos y, hasta el momento, es lo último que conocemos de ellas ya que desaparecieron sin más.
Ojalá se queden como un bello recuerdo del pasado y no imiten a su colega Rebeca... creo que es importante saber cuándo se acabó tu minuto de gloria y evitar caer en la mofa. Y vosotros ¿conocéis algún otro caso?
Espero que la próxima semana volváis a estar aquí para descubrir qué ha atormentado mi mente estos últimos días, no me defraudéis.
¡Gracias por leerme!